Han pasado más de dos décadas desde que un niño de Dos Hermanas que acababa de cumplir los siete años decidió inscribirse en la Escuela Taurina de Alcalá de Guadaira con la ilusión de llegar a ser matador de toros. Aquel joven, que soñaba con torear en La Maestranza, llegó a doctorarse en el coso hispalense hace ya tres años.
Desde entonces, las cosas no han sido fáciles para Antonio Nazaré (Dos Hermanas, 1984) pero ha seguido con la lucha con sus objetivos claros y sin perder la esperanza a pesar de vivir los sinsabores del toreo. Esta temporada ha confirmado alternativa y ha triunfado en Pamplona, donde ha cortado una oreja, aunque su éxito, por desgracia, no se ha traducido en contratos.
-¿Cómo vive las semanas posteriores a su triunfo en Pamplona, con la repercusión mediática que ha tenido su actuación?
-Ha tenido mucha repercusión a nivel mediático, todo el mundo está hablando de mí. La pena es que no ha tenido la repercusión que me hubiese gustado en cuanto a contratos. Hasta el día de hoy todavía no tengo ninguna fecha, no me han llamado para ninguna corrida de toros pero bueno, estoy disfrutando del momento. Las cosas salieron como quise, aunque no tuve esa puerta grande que buscaba, pero se vivieron momentos emocionantes y muy bonitos.
-¿Creía que iba a tener más oportunidades en cuanto a contratos?
-El año está complicado, el país no atraviesa un momento económico bueno y eso repercute mucho en el mundo del toro, como en todos los sectores. El problema es que las ferias están hechas con mucho adelanto y cuesta trabajo meter la cabeza. Espero, de aquí a finales de temporada, torear por lo menos el mismo número de corridas de toros que llevo hasta ahora.
-Esta temporada se lo juega todo en plazas importantes como Sevilla, Madrid o Pamplona.
-Sí, desde que me apoderó Emilio Moreno como novillero ha sido así. La primera novillada que toreé fue en La Maestranza de Sevilla. Tal y como está la solución, hay que ir a plazas importantes y que rueden las cosas para abrirte hueco. Por desgracia esto está así montado. No obstante tampoco me importa, donde me siento a gusto y donde quiero torear es en las plazas importantes, en las de primera, que es donde los triunfos repercuten. No me pesa una plaza de primera.
-Comenzó la temporada en Sevilla. En su segunda tarde vivió la cara y la cruz: oreja y cornada.
-Fue una tarde complicada. Era mi segunda tarde en Sevilla y en la anterior no había tenido opciones. A la de Fuente Ymbro llegué con un plus de presión y no tuve suerte con el primero de mi lote. Me habían pasado tres toros y no había cortado orejas ni había tenido el triunfo que esperaba. No fue fácil mantener la calma, estar sereno y tener la cabeza fría para no dejar escapar al toro que me salió. Son retos que me encuentro y que voy superando. Eso me da fuerza y moral.
-Confirmó alternativa en Madrid.
-Madrid es la mejor plaza del mundo, un trampolín para todos los toreros. Tenía mucha ilusión por esa tarde y aunque no tuve suerte con la corrida, porque no embistió, me mostré tranquilo y disfruté. No me pesó la presión de Las Ventas.
-Más allá de la oreja, ¿con qué sensaciones se queda de su presentación en Pamplona?
-Me pude vaciar con un toro, sentirme como me siento y expresar a mi manera. La gente me respondió y reconozco que cuajé una de las faenas más importantes que he podido realizar en mi vida en una plaza de primera.
-El público se mostró bastante receptivo con su faena...
-Sí. Pamplona es una plaza que tiene mucha personalidad. El error es querer ir a una plaza y hacer las cosas que creemos que gustan allí. Yo me mostré tal cual soy desde el primer quite. Ellos lo vieron y se percataron de que iba a entregarme con ellos y se entregaron conmigo.
-Echando la vista atrás recordamos a ese niño que se apuntó con siete años a la Escuela Taurina de Alcalá de Guadaira con el sueño de ser torero. ¿Son los comienzos la etapa más bonita de un torero?
-Cuando veo a los chiquillos pienso en la dureza de la profesión y en lo complicado que es esto. Quizás si ellos lo supieran se plantearían las cosas de otra manera. Esos primeros años de inocencia son muy bonitos. Ha sido la mejor época que he pasado en mi vida.
-Lo peor son las dificultades que se encuentran tras debutar con picadores...
-De novillero con caballos tenía cierto ambiente pero cuando debuté, el primer año solo toreé cuatro novilladas y me quedé dos años y medio totalmente parado, sin torear nada, ni una becerra en el campo. Esto está así, hay intercambios y gente que paga por torear, algo a lo que yo me negaba y me sigo negando. Debemos darnos a respetar, los toreros somos los primeros que tenemos que poner nuestros límites y no aceptar cosas indignas que aún se siguen ofreciendo.
-¿De donde sacó la fuerza para aguantar y no tirar la toalla?
-De la confianza en uno mismo, la fe en que tus cualidades merecen tu sacrificio y en que tienes potencial para conseguir tus sueños. Entonces, ¿por qué renunciar a un sueño porque te pongan trabas? Siempre he dicho que a mí me quitaría un toro, el día que no sea capaz de comprometerme delante del toro diría 'hasta aquí'. Mientras sea el sistema, no, nunca. No puedo permitirme preguntarme el día de mañana por qué no seguí en la pelea.
-Seguir en la pelea le llevó a tomar la alternativa en La Maestranza de Sevilla con un cartel de lujo.
-Cuando me lo dijeron no me lo creía. Era el cartel con el que todo chiquillo que empieza sueña. Con dos máximas figuras del toreo como Enrique Ponce y Morante de la Puebla, en Sevilla y con toros de Juan Pedro Domecq. Martes de feria y con las cámaras de televisión. Eso te lo dicen cuando empiezas y lo firmas con los ojos cerrados. Que se llegue a cumplir es un sueño. La pena es que no terminó el sueño como me hubiese gustado, fue un poco duro.
-¿Qué balance hace de su trayectoria hasta la actualidad?
-Positivo. Con lo poco que estoy toreando estoy consiguiendo que se hable de mí, eso no es fácil porque torear te da oficio y seguridad delante del toro, por lo que no tener un número alto de corridas y ser capaz de dar esa dimensión me da mucha tranquilidad. Cuando tenga una mayor regularidad en las plazas podré dar más de sí. Quizás sea innato, pero sobre todo es fruto del trabajo y del sacrificio.
-¿Se marca objetivos?
-No, prefiero vivir el día a día. No me gusta pensar en el futuro, creo que es perder el tiempo. Entreno cada día, corrijo, perfecciono y espero que el teléfono suene. Cuando lo haga, a seguir en mi guerra, dando motivos para que cuenten conmigo que es lo principal e ir paso a paso hacia esa meta que tanto deseamos todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario