sábado, 7 de abril de 2012


Tarde feliz en Don Benito con triunfos de Morante, El Juli y Talavante

El público recibió con alegría el agua que se dejó caer sobre el cuarto toro. No había ni para una palomita de anís, pero hizo ilusión 

02.04.12 - 00:05 -

Pocas veces se ha visto en una plaza de toros que se ponga a llover y el personal se alegre a pesar de tener que proveerse de bártulos contra el agua o que los paraguas te impidan ver completamente o que está pasando en el ruedo. Ayer sucedió en la plaza de toros de Don Benito. Es tal la necesidad de agua y la concienciación de los paisanos sobre el acuciante problema que cuando salió el cuarto toro no sabían si aplaudir a las gotas que caían. Al final no cayó ni para una palomita de anís pero hizo mucha ilusión.
Para entonces ya se habían lidiado tres toros de la anunciada ganadería de Garcigrande de correcta presentación para una plaza de tercera. Derrocharon nobleza aunque el primero estuvo justo de fuerzas, el segundo fue soso y apagado, noble el tercero, escarbador y distraído el cuarto, tardón el quinto.
Morante recibió con verónicas suaves a su primero, toro de corto recorrido que empujó en el caballo con un solo pitón pero empujando con ganas y levantando al caballo. No quiso hace quite su matador. Con mucho empaque lo probó en el tercio justo en el momento en que se levantó un molesto viento preludio de lo que vendría después desde las nubes. Le costaba al toro tomar la muleta pero lo hacia con la cara abajo.
Por ambos pitones se puso Morante teniendo que provocar mucho la embestida. Fue mejor por el pitón derecho y en series cortas. El sevillano lo trató con mimo, sin un tirón ni un mal modo. Todo a favor del toro hasta sacarle lo poco que el toro ofrecía. Fue faena de delicadeza, sutileza y detalles sueltos finalizada de una estocada de efecto fulminante.
Cuando salió el cuarto, un castaño chorreao, sucedió lo del agua, y el húmedo personal se quedó como extasiado viendo las cinco verónicas y la media de cierre con que el de la Puebla le enseñó lo que él sabe hacer con un capote. El toro no se empleó en la vara, salió suelto y no tuvo fijeza en banderillas, además de escarbar.
Para corregirle defectos y quitar vicios se lo llevó a los medios y comenzó pasándolo a media altura, pues no le humillaba ni se le entregaba, hasta que tiró de mano derecha y le recetó tres tandas de las que el de Garcigrande salió como hipnotizado. Bajó el aguacero, Morante compuso tres tandas de excelente gusto y armonía, gustando y gustándose. Faena corta pero de suficiente sabor.
La tarde tuvo excelentes momento capoteros, pues a los ya contados hay que añadir las siete verónicas a pies juntos con que El Juli saludó a su primero a las que añadiría tres muy lentas chicuelinas en el quite al caballo. El toro no peleó apenas en el caballo y protestó en banderillas.
En la muleta pronto mostró su nobleza y prontitud al cite pero también sus justas fuerzas y por ende su corto recorrido. Julián lo sacó a medios y le hilvanó las primeras tandas sobre la derecha a base de llevarlo muy tapado. Con la zurda consiguió alargarle el viaje algo más de lo que el toro quería. Acortó distancias hasta exprimir el poco zumo que quedaba. Estuvo muy por encima del toro que tuvo mucha suerte en el sorteo. La estocada fue «made in Juli». La faena en la que falto toro y sobró torero fue generosamente premiada con dos orejas.
En el quinto sacó a relucir su efectiva tauromaquia desde los lances a pierna genuflexa en el recibo hasta corregir los defectos del toro que se pegó dos volteretas durante la lidia. Al público lo brindo, y Julián no brinda si no está seguro de tener toro para faena. Le costaba al toro seguir la muleta al inicio, pero el torero se la ponía lo suficientemente cerca para que la oliera pero no la alcanzara, lo fue desengañando y haciéndole creer que podría alcanzarlas al tiempo que cada vez le bajaba más la mano y llevaba la muleta en viajes más largos, en un palmo de terreno, cargando la suerte, sin esconder la pierna, sin fisuras, faena maciza que tuvo como colofón otro estoconazo que de nuevo le valieron dos orejas. Esta vez con todo merecimiento.
Talavante se encontró con un ejemplar algo montadito y con más hechuras que los demás del encierro. El pacense también se gusto en las cuatro chicuelinas del saludo capotero. Escarbó el toro tras visitar el picador, y aunque alegre en banderillas, se dolió a estas.
Sin inmutarse, quieto como un poste, sin inmutarse y en el tercio lo pasó cinco veces para luego llevarlo a medios y citando sobre la derecha, pasarlo con cadencia y mano baja. Tenía fijeza el toro. Lo citó largo y le compuso tres tandas con suavidad y gusto, pero sobretodo con una excelente cadencia. Todos los muletazos al mismo ritmo y con la misma largura.
Con la izquierda Talavante aprovechó la humillación t repetición del toro en naturales de mando y dominio pero pronto renunció el toro y comenzó a defenderse por alto y tirar punteos a la muleta. Desistió entonces el pacense para finalizar con unas ajustadas manoletinas antes de dejar una estocada no muy ortodoxa. Dos orejas le concedieron al paisano.
El sexto, un toro bragao mostró buen tranco de salida pero justa entrega al capote, cara alta en el peto del que salió suelto y perdiendo las manos. Exigió a Talavante en la muleta pues embestía descompuesto con la cara alta al final del muletazo. No le humillaba, pero Alejandro hacía que siguiese la muleta a bas de darse un arrimón para sacarle tandas en las que introdujo algunas de las licencias que el paisano intercala en sus faenas.
Lo mejor estuvo sobre la mano izquierda con un torero entregado y que se llevó un susto al final de la faena al adornarse con una «talavantina». Cerró con manoletinas y una estocada fulminante perdiendo la muleta. Dos orejas cortó.
Y por esto y todo lo sucedido salieron a hombros el mayoral y tres chicos del G-10. Esa cofradía taurina de la que nadie es capaz de acautelar a tres juntos., excepto Cutiño, que en menos de un mes lo ha conseguido dos veces. ¿Qué les dará?

No hay comentarios:

Publicar un comentario