domingo, 28 de julio de 2013

Talavante triunfa y Morante embruja

  • El extremeño sale a hombros y el sevillano corta una oreja en el mano a mano de Valencia
Alejandro Talavante, triunfador de la tarde al cortar dos orejas, una del segundo y otra, del sexto
Alejandro Talavante, triunfador de la tarde al cortar dos orejas, una del segundo y otra, del sexto Efe
Valencia. Quinta de la Feria de Julio. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq y de Victoriano del Río (2º, 4º y 6º), muy bien presentados en general. El 1º, deslucido; el 2º, bravo, repetidor, con humillación y transmisión; el 3º, parado y de pocas opciones; el 4º, rajadito y a menos; el 5º, rajado y de poco fondo; el 6º, noble, suave y repetidor. Tres cuartos de entrada.
Morante de la Puebla, de obispo y oro, pinchazo, estocada (silencio); dos pinchazos, media estocada (silencio); aviso, estocada caída (oreja).
Alejandro Talavante, de caña y oro, estocada (oreja); pinchazo hondo, cuatro descabellos (silencio); estocada, aviso, descabello (oreja).
Dice la leyenda que Morante no tiene suerte en los sorteos. Ni sin ellos. Dirá el destino que de algún sitio hay que quitar. Ayer, en el segundo mano a mano de figuras, esta vez Morante/ Talavante, y hasta rima, cambiaron el sorteo por traerse sus toros debajo del brazo. Tres de Juan Pedro Domecq para el torero de La Puebla y otros tres de Victoriano del Río para el diestro de Badajoz. Esta vez sí, muy bien presentados. Pero desesperábamos según rodaba la tarde. Por unas cosas o por las otras, iremos contando. Hasta que llegó el quinto. Apuntaba la cosa fatal. Comenzaba Morante de la Puebla la faena, dos cartuchos quemados, abrasados ya, su último toro en escena, y el de Juan Pedro Domecq topaba en el engaño con el ímpetu bajo mínimos. Protestaba la gente, se intuía un pronto final, hasta que Morante, mágico él, se sorprendió a sí mismo para deleitarnos después y lo intentó con el toro por el pitón diestro, le esperó primero, le atacó después y antes de que nos diéramos cuenta había creado una buena tanda y prendido los tendidos. Se lo había creído y ya éramos todos cómplices. Metidos de lleno en la faena, aun a sabiendas de que el toro nos podía abandonar en cualquier momento. Tiró de recursos Morante entre tanto, adornos que con su estética son oro puro, molinetes, qué arte, y torería para rematar cuando el toro le hacía hilo entre muletazo y muletazo. No aguantó el toro el envite y se rajó a tablas. Allí se fue el de La Puebla. Allí mismo le dio dos tandas de derechazos con una fuerza y una verdad que hizo crujir Valencia. Con lo justo, con menos, con lo que creímos que tiraría por la calle de en medio, nos había embrujado de verdad. Hasta los cimientos. Cada segundo que pasaba iba en contra. Más rajado el toro, remoloneando, más difícil meterle la mano con la espada. Sonó un aviso. Se perfiló. Aseguró y a la primera hundió el acero algo caído. Rápido efecto y un trofeo, que poco importa. Hay emociones incontestables.
En blanco había pasado la faena al deslucido primero y salvo un par de verónicas al tercero, ni migajas pudimos saborear ante un toro que se paró.
Otra historia habíamos vivido en la versión B del mano a mano. «Amante», de Victoriano del Río, puso las cosas de cara a Talavante en el segundo del festejo. Parecía que le costaba arrancar el primer viaje pero después era una máquina de embestir. Tres, cuatro, cinco, seis arrancadas... no tenía límite en la muleta del extremeño. Lo hacía por abajo, con ese carbón que hace que llegue directo al público porque pocos son los elegidos para aguantar ese trago. Los preámbulos de la faena fueron sólidos, airosos los remates, con esa personalidad que tiene Talavante. En el centro del ruedo dio comienzo el festín, tiempo antes de que comenzara el gastronómico. ¡Que se pare el tiempo! Y eso pudo ocurrir, en el sentido más literario en la faena de Talavante cuando se dispuso a cuajar al de Victoriano al natural. A punto estuvo pero no llegó. Se quedó escueta la faena, extrema delgadez y quizá por ello, a pesar de que metió la espada a la primera, la historia se premió con un solo trofeo. Al cuarto la movilidad se le escapó en mansedumbre y acabó en tablas, donde poco pudo hacer Talavante. Después de lo de Morante, con el sexto, que fue toro noble, suave y repetidor en el engaño aunque saliera distraído del muletazo, anduvo entregado y reunido, sobre todo en una tanda por cada pitón. En el ocaso de la faena, en unas bernadinas resultó cogido. Se tiró a matar y así paseó la otra oreja que le abría la Puerta Grande. Esta vez sí. Salió a hombros el torero. Y a pie Morante. De triunfo y embrujo. Así quedó la tarde.

Del Álamo, oreja en la corrida del Día del Blusa

  • Pérez Mota dio una vuelta al ruedo tras petición de oreja
Juan del Álamo, en imagen de archivo
Juan del Álamo, en imagen de archivo Javier Fernández-Largo
El matador de toros Juan del Álamo firmó lo más destacado de la primera de feria en Vitoria, plaza donde hacía el paseíllo por primera vez en su carrera. El primero de su lote fue un toro con movilidad que el salmantino cuajó con temple y ligazón, dejando con la mano izquierda los pasajes de más entidad.
Otra oreja pudo haber paseado del sexto, un ejemplar de Ana Romero que mostró poco celo y ante el que Del Álamo estuvo capaz e inteligente. Lástima que dejara un pinchazo antes de la estocada.
Una vuelta al ruedo dio Pérez Mota, que estuvo muy entregado en su primero, un buen toro de Ana Romero al que realizó una faena con altibajos, en la que sobresalieron muletazos de calidad por el izquierdo. Ante el quinto, el mejor toro de la corrida, Pérez Mota instrumentó una labor basada en la decisión, de menos a más, que llegó al tendido pero que careció de estructura. No obstante, de haber acertado con el descabello, hubiera tocado pelo.
Por su parte, Juan Bautista se mostró muy torero durante toda la tarde. El tesón, el temple y el oficio fueron sus armas frente al primero de la tarde, que no tuvo buen son. Con la movilidad del cuarto, el diestro de Arles estuvo bien con el capote y con la muleta imprimió temple y seguridad. Qué pena la espada.
Plaza de toros de Vitoria. Se lidiaron toros de Antonio López Gibaja y Ana Romero (2º, 4º y 6º), bien presentados y de juego variado. El 5º resultó el mejor de la corrida. Juan Bautista, ovación y silencio tras aviso; Pérez Mota, vuelta al ruedo tras petición y ovación tras aviso; y Juan del Álamo, oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras petición. Un cuarto de entrada. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela.

Perera, vital en las distancias cortas

Día 28/07/2013 - 01.27h

La corrida arrancó con el silencio doliente por las víctimas del accidente ferroviario

Sordo sonido de dolor, dramático en la nada. Dos minutos de silenciose guardaron en memoria de las víctimas del espantoso accidente ferroviario en Galicia. Dos porque a algún «despistado» se le olvidó que era tras el paseíllo y no antes. Se desmonteraron los toreros y alzaron su mirada al cielo, cárdeno y lluvioso como la pena de la piel española en la festividad de Santiago.
En los tendidos la gente seguía pendiente del último minuto hasta que apareció el primer toro de un conjunto distinto e interesante deDomingo Hernández. Una desgracia podría haber ocurrido. Si Juan José Padilla no está en el hule es por milagro divino. En la hora final perdió la cara a «Alegrita», que humilló por ambos lados con boyante son. Arreón persecutorio y de fuerza huracanada al Ciclón hasta izarlo sobre los pitones. Duras la voltereta y la caída. Cuando se incorporó, enterró un estoconazo, con ostensible muestra de dolor en la mano izquierda. Paseó una oreja con la bandera pirata tras una faena en la que arriesgó tela en el prólogo de rodillas y que siguió una vereda populachera y con dudas físicas. Nada pudo resolver ante el mansocuarto, una prenda que hizo pasar las de Caín a la cuadrilla y al matador con el acero.
La faena de mayor calado nació de Perera, que meció literalmente el capote en tres chicuelinas y una gaonera de lentitud desconocida. Se dirigió al platillo y allí se erigió en estatua inmortal en tres pases cambiados por la espalda con un notable y noble ejemplar. El temple y el aplomo no se hicieron esperar: «pasen ustedes». Y dentro de la faena se quedaron. ¡Qué manera de acompasar el ritmo de las embestidas y qué soberano arrimón! La muleta en el morro, toreo bueno y vital en las distancias cortas, que no es lo mismo que el ahogamiento. Valor auténtico de un fenomenal Miguel Ángel, que refrendó con mérito: la empuñadura en la palma; la muñeca firme pero flexible para volcarse en el espadazo. Se ganó dos orejas que le abrían la puerta grande. Imposible redondear con un deslucido sexto, otra vez con la planta aplomada.
El Juli se marchó a pie por pinchar

Oreja para Roberto Armendáriz en la Feria de Santander

Día 21/07/2013 - 22.56h
Oreja para Roberto Armendáriz en la Feria de Santander
JUAN MANUEL SERRANO ARCE
Roberto Armendáriz cortó la única oreja de la tarde en la segunda corrida de la Feria de Santiago de Santander. A punto de abrir la puerta grande se quedó.
Se lidiaron toros de 

Dejad que los niños se acerquen al toreo

Día 25/07/2013 - 15.42h
TEMAS RELACIONADOS

El Juli, Perera y Aguilar brindan una inolvidable clase en los Jardines de Piquío de Santander

Cielo panza de burra en Santander. Un quejío doliente del mar, con un minuto de silencio por las víctimas del accidente ferroviario en Santiago, en medio del jolgorio de las docenas de niños que se habían citado en los Jardines de Piquío.
Pequeños y mayores de distintas localidades santanderinas aclamaban a los héroes que se encaminaban al paradisíaco mirador: El Juli, Miguel Ángel Perera Alberto Aguilar. La terna de toreros impartió una clase de toreo de salón entre una gigantesca expectación. Los jardines se colmaron de capotes y muletas, de ilusiones y torería. Juan, Amanecer, EugeniaSanti y un largo etcétera de chavales prendían la primera llama del toreo con verónicas al viento ante los ojos de sus profesores.
A las once en punto habían llegado los maestros entre la avalancha de niños y grandes. Todos querían una foto, un autógrafo; Chuspi dio una estampita a El Juli, el gran ídolo que torea esta misma tarde con Perera, un detallazo de ambas figuras. El viento se paralizó y el bochorno ahogaba los trastos de torear. Pero pronto llegó la savia fresca de los chiquillos, alguno casi en pañales, como Marco y su cabello dorado de anuncio.
Sus rostros reflejaban la felicidad de quien toca a sus «supermanes» de luces, mientras su afición aumentaba por momentos. Se notaba en su caminar, en ese acercamiento tímido de algunos y el desparpajo de otros.
Pedro, un niño de Ampuero de cuatro años, se llevó de calle a la concurrencia, que colgó el «no hay billetes» en los bellísimos jardines. ¿Cómo te vas a apodar en los ruedos?, le preguntó David Casas, brillante conductor de un acto presidido por el alcalde, Íñigo de la Serna, que tuvo el gesto de acudir en una mañana complicada. «Pedro, el Torero de Oro», respondió con graciosa espontaneidad el chiquillo. ¡Con qué soltura manejó las telas! Habrá que seguir los pasos de estePerico de Oro... Con cadencia algo más experimentada torearon Ismael y Diego, que han aprendido bien los primeros temas de la lección taurina.

Prometedores figuras

En ese juego del toro, algunos quisieron cambiar sus muletitas XS por las XL de verdad, que tenían que coger casi al alimón por el peso.
Los niños sonreían, compartían, observaban... Y los ojos de los maestros se emocionaban, como cuando El Juli recordó sus inicios y les contó a los niños lo que a él le hubiese gustado estar cerca de sus ídolos, como Paco Ojeda y Espartaco. Perera también se refirió al primer torero que le cautivó y el público se sorprendió con una ovación cuando dijo: «A mí me gustaba Jesulín de Ubrique».
Ambos figurones, junto al prometedor Alberto Aguilar, torearon al compás con los niños, mientras se repartían los papeles de toro y torero. El Santander del siglo XXI viajó hasta la España de ese XX en el que los niños jugaban al toro. Desde hoy, aquel entrenimiento, aquella afición, se pondrá otra vez un poquito de moda. Al menos entre el centenar de niños que, una festividad de Santiago, se emocionaron con sus ídolos en las distancias cortas. «Dejad que los niños se acerquen a mí». Dejad que los niños se acerquen al toreo.

Decepciona el mano a mano entre El Juli y Manzanares

Día 27/07/2013 - 02.59h

El madrileño logra dos orejas y el alicantino corta una

Primer mano a mano de la Feria: casi lleno. Con toros deslucidos, de escasa presencia y y pobre juego, El Juli corta dos orejas y Manzanares, una. El resultado final no está a a la altura de las expectativas. Los toros de Garcigrande, deslucidos, huídos, dificultan el brillo. Sólo anoto un quite del Juli en el toro de su compañero.
Vuelve El Juli a Valencia después de dos años, no regatea esfuerzos. En el primero, muy suelto, se va a porta gayola; se hace con él, sujetándolo por bajo; corre la mano, vaciando por completo la embestida, logra buenos naturales. Esta vez sí funciona la estocada con salto: oreja.
Se luce con los palos Montoliú en el tercero, andando, como hacía su inolvidable padre. Rodilla en tierra, El Julilo somete, alarga las desordenadas embestidas , lo imanta a la muleta. Está muy por encima de un toro deslucido pero recae en su mala racha actual con la espada, entrando de demasiado lejos. Mansea mucho el quinto, huído, . ElJuli exhibe poderío, acaba metiéndolo en la muleta,, en una demostración rotunda de mando y seguridad. Mata a la segunda: oreja.
Devuelto por flojo el segundo, de escaso trapío, Manzanares dibuja buenos lances al sobrero, de embestida irregular. Quita El Juli por chicuelinas de mano baja. Se va el toro a tablas y ahí realiza José María un trasteo solemne, con empaque, pero discontinuo, por lascontinuas huídas de la res. Aprovechando la arrancada, deja un espadazo.
Toma a regañadientes el capote el cuarto, saca genio en banderillas. Lo desengaña Manzanares, esta vez más mandón que estético, pero el toro no se entrega y la faena, larga, meritoria, no cuaja del todo. Estocada: oreja (y se quita la chaquetilla, quizá afectado por el calor). En el sexto, muy protestado, por escaso trapío, se luce con los palos Trujillo. El toro se desentiende de los muletazos, todo queda en casi nada. Un triste final.
Hacen falta otros toros para que en el ruedo surja la emoción. En su línea de mando, El Juli está segurísimo. Pero ha de solucionar el problema con la espada. La estética natural de Manzanares es evidente. Son dos buenos toreros pero no dos rivales. Un verdadero mano a mano ha sido siempre otra cosa.

Broche feliz con Victorino y Bolívar en Santander

Día 28/07/2013 - 01.27h

El colombiano cierra la feria por la puerta grande

Broche feliz con Victorino y Bolívar en Santander
SERRANO ARCE
Tres victorinos buenos que casi besaban la arena para un broche feliz. Menos alegría provocó la colocación en conjunto de los matadores: contodos los respetos, no se puede torear con el toro en Cuatro Caminos yla muleta en Santoña. Lo de rematar atrás es otro cantar...
Quien más brillantemente entendió la interesante corrida fue Luis Bolívar, conocedor de esta casa. Fenomenal y con sentido de la medida ante un victorino que atendió a su muleta a derechas. El estoconazo desató la pañolada y el trofeo. Estupendo el sexto, franco y humillado. Hubo series notables, como una al natural echándole los vuelos, y también dos diestras con ligazón, pero por momentos toreó excesivamente despegado. Espadazo de premio: dos le pidieron, pero el usía sólo concedió una. La salida a hombros ya estaba conquistada.
Javier Castaño, cuya cuadrilla recibió las ya habituales ovaciones -qué bien Marcos Galán-, sorteó un lote de puerta grande: si el segundo embistió a babor, el quinto lo hizo a estribor. Logró una oreja de este último tras un estocadón recibiendo y explotar a su manera el derecho. Ligó rondas con templanza, aunque abusó del pico. Con un victorino que no abrió la boca y agradecido por abajo, se echó de menos un remate por ídem. ¡Qué hartura de pases de pecho! Ante su astuto primero se dejó ver por la diestra, craso error... «Paquecreas» era dueño de un pitón izquierdo con esa profundidad que exige poner la tela en el morro y llevarlo tapado. Pocas veces fue así.
Un voluntarioso Francisco Marco se las vio con uno que sabía lo que dejaba atrás y otro que nada se pareció a su pariente «Baratero». Laureles para Venturita por ese par tras un volteretón.

miércoles, 24 de julio de 2013

La amazona criada por los Peralta

  • La gala despunta en verano a la espera de la alternativa en Nimes, buscando «ser diferente»
Léa Vicens cosecha importantes triunfos esta temporada
Léa Vicens cosecha importantes triunfos esta temporada Ale Zea
Dejó su Nimes natal para formarse en Sevilla, en casa de los Peralta. En septiembre, volverá a la ciudad que la vio nacer para demostrar, alternativa mediante, quién es y qué ha conseguido en este tiempo. Y lo hará como rejoneadora. Con sus caballos. «Un elemento clave del toreo y que merecen el mismo protagonismo», subraya Léa Vicens. En todas las plazas que pisa deja su huella femenina: fina, dulce y elegante. Pero ella sabe que, además, debe mostrar capacidad y dominio para lograr el triunfo en esa prueba de fuego del doctorado, que simbólicamente recibirá de Ángel Peralta. Su gran mentor.
–En su agenda, el 14 de septiembre está marcado en rojo: Paco Ojeda, Diego Ventura y Léa Vicens.
–Sí, será un día muy especial. Único. Ambos son importantísimos en el mundo taurino. Cada uno en su época. Con una disciplina y técnica diferente, pero los dos han marcado el toreo. Es un orgullo torear con ellos y estoy contentísima.
–Y el escenario será Nimes. La plaza que la ha visto crecer y en la que, además, ha desempeñado varias labores.
–Primero, el Coliseo me vio arriba, en el tendido, cuando trabajé como acomodadora. Luego, en el ruedo, pero de alguacililla. Y ahora, será como rejoneadora. Ese día va a ser importantísimo, fundamental en mi carrera. Pero creo que voy preparada. Tengo muchos festejos antes, que me servirán para perfeccionar todo lo aprendido y para adquirir oficio de cara a la alternativa. Y estoy tranquila, porque todo aquel que trabaja con constancia, no debe estresarse en días así. Sólo debe hacer las cosas bien.
–Torear en la plaza de su ciudad, ¿qué significa? ¿Más o menos exigencia?
–Más exigencia, sin duda. Porque me esperan. Bien es verdad que me conocen desde hace muchos años y soy la niña de la ciudad. Pero también, formo parte de un cartel de figuras y debo estar a la altura.
–Máximas expectativas creadas.
–Claro. Espero, además del triunfo, la admiración de mi ciudad y salir satisfecha conmigo misma. Me encantaría salir a hombros, pero voy con la intención de disfrutar y hacer las cosas bien. No tengo que demostrar nada, pero quiero que digan que soy diferente, que no soy una más.
–Además, será Ángel Peralta quien le dé simbólicamente la alternativa. Su maestro y la persona que apostó por usted.
–Don Ángel fue el único que depositó su confianza en mí desde el primer día y me dio la oportunidad, al menos, de intentarlo. Es una persona muy especial. Un modelo para el rejoneo, pero sobre todo una persona muy rica intelectualmente dentro y fuera de los ruedos.
–¿Cómo fue ese primer contacto con su mentor?
–Hice una prueba para jinete, en su finca, y me seleccionaron. En aquel momento, estaba estudiando y no me parecía bien dejarlo todo para dedicarme a la doma. Por eso, le propuse que, si me dejaba rejonear, sí me quedaba. Así, empecé a comprar los primeros potritos, a probarlos... Y siempre me apoyaron, sin poner ningún inconveniente a estar en su casa.
–Lo que tiene claro es que debe poseer una buena técnica como jinete.
–Ser un buen jinete es uno de los pilares del rejoneo. Para el concepto que tengo del toreo a caballo, debes tener una buena base de equitación. Un torero que no sabe montar a caballo, ni puede realizar una labor estética, artística; ni puede mostrar un estilo propio en el ruedo e intentar resolver las dificultades que puedan surgir.
–En su caso, conoce a la perfección esas trabas que le puede ocasionar el caballo.
–Sí, porque mi cuadra la he hecho yo al completo. La satisfacción más grande que tengo ahora mismo es ver cómo mis potros han pasado de ser salvajes a estar casi todos toreando. Eso sí, tenían una identidad ya, venían del hierro de Peralta, pero me llena de alegría saber que los he formado yo. No soy ninguna niña de papá a la que le compran el pack de caballos ya domados. Mis caballos son como mis niños: los conozco perfectamente, son como mi familia.
–¿Tiene algún «niño bonito»?
–Tengo muchos caballos importantes para mi toreo. Pero, quizás, los más espectaculares son «Gacela» y «Bético», porque van siempre de frente al toro, con temple. También se lucen al quiebro y a dos pistas.
–Hablan de su elegancia, feminidad, de una intuición innata para el rejoneo...
–Me da un poco de vergüenza escuchar y hablar de mis cualidades. Es más fácil reconocer mis defectos que mis virtudes. En definitiva, lo que busco es que el toreo se vea limpio, bonito, fluido, estético. Es un arte y debe tener una línea a seguir que estructure la faena. Personalmente, no me gustan los tirones, prefiero la suavidad para hacer creer al público que es fácil torear a caballo. Así, con esa dulzura, creas un sentimiento de armonía en tu labor.
–Desde su presentación en público, ¿cómo ha sido su evolución?
–Muy rápida, exponencial. La carrera es lenta, pero si haces las cosas bien, se aprecian los resultados rápido.
–Una mujer dentro del mundo del toro. ¿Todavía existe el machismo?
–No veo diferencia entre un hombre y una mujer toreando. Ser mujer ni me ha hecho daño ni me ha servido para tener un camino más fácil. Para lograr lo propuesto, es cuestión de trabajo, más que de sexo.
Bióloga con un máster en Veterinaria
Léa Vicens tuvo claro que, antes de su sueño, debía finalizar sus estudios de Biología. La rejoneadora de Nimes es licenciada por la Universidad de Montpellier. Y, en sus ratos libres, estudia un máster en Veterinaria. «Acabé la carrera, me vine a Sevilla y ahora estoy estudiando a distancia con el poquísimo tiempo que me queda», confiesa. «Todo lo que he estudiado está relacionado con mi pasión: el caballo», confiesa.