domingo, 26 de enero de 2014

Cuando James Dean dormía con un capote

Día 24/01/2014 - 15.01h

El actor estadounidense decía que si no triunfaba en el cine probaría suerte como torero

Cuentan que en una ocasión aseguró que si no triunfaba como actor, se trasladaría a México para iniciarse en la aventura de ser torero. En el corazón de James Dean palpitaba la pasión taurina y, en cuanto podía, se escapaba a Tijuana para ver las corridas.
Al este de su Edén soñaba con verónicas y naturales, y con su propia chaquetilla este «Rebelde sin causa»se marchaba con torería de la «cara» de las cámaras.
Cuando James Dean dormía con un capote
ABC
James Dean
La escritora y fotógrafa Muriel Feiner, experta en el arte de Pedro Romero y en el de los hermanos Lumière, habla en su magistral libro«¡Torero!: los toros en el cine», de la afición del actor: «La compartía con el director Rogers Brackett, quien le presentó a Sydney Franklin, el matador de toros nacido en Brooklyn, Nueva York». La autora explica que ambos entrenaban de salón, intercambiándose los papeles de toro y torero.

Actuación como matador

En su libro relata una curiosa anécdota: «Se dice que James Dean interpretó una escena del libro Matador, de Barnaby Conrad, en el Actor's Studio, que casi causó su expulsión de esa excelsa escuela, ya que su actuación como torero moribundo hirió la sensibilidad de algunos miembros del jurado». Y narra que Conrad le regaló un capote del diestro neoyorquino Sydney Franklin, «que apreció muchísimo, hasta el punto de que dormía con el capote sobre su cama», rememorando aquella vez en la que manifestó que «si no llegaba atriunfar en el cine, se trasladaría a México para intentar ser torero».
Tal vez James Dean, el hombre que aspiraba a la grandeza de la inmortalidad, se sentía atraído por ese arte que desfila por la frontera de la vida y la muerte. También, como expresó Nicholas Ray a Val Holley, «por el sentido del rito, la valentía y la elegancia que el torero derrocha en el ruedo».

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