martes, 28 de octubre de 2014

Torero de toreros

Para toda una generación, Manzanares fue el 'torero de toreros' por excelencia. A muchos les puede resultar chocante, dado que su trascendencia pública fue menor que la de otras figuras.

Padilla, Ponce, El Cid o Cayetano sacan a hombros a Manzanares en...
Se hacía referencia al 'torero de toreros' por sus cualidades cuasigeométricas, por su figura, por su estética -tantas veces denostada-, porque tenía el molde del torero perfecto. Ídolo en Sevilla, sin embargo no atravesó su Puerta del Príncipe hasta que lo hizo ceremonialmente en su despedida, aupado por... los toreros, sus compañeros, quienes tanto y tantas veces le elogiaban. 
En Madrid, sin embargo, cosas de la vida, sí salió por la Puerta Grande varias veces, pero se convirtió en la diana preferida, feria tras feria, de los reventadores. Torero estilista, guapo y millonario: insoportable cóctel. España, entonces, en Las Ventas a las 7 de la tarde, seguía igual de cabreada que ahora, créanme.   
Con Manzanares, más de 30 años en la cúspide, se va un trozo muy importante de la Historia del toreo del último medio siglo. Canonizado por Antonio Ordóñez, competidor en el ruedo de Camino, El Viti, Capea, Espartaco, Joselito, Ponce o José Tomás -con todos rivalizó- o el encaje perfecto para aquellos carteles inigualables con Curro Romero o Rafael de Paula, Manzanares evolucionó desde los 70 hasta finales de los 90, temporada tras temporada.
Hacía una cosa muy difícil: torear con ritmo. Le fluía. Y la figura claro que le acompañaba.       

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