lunes, 7 de mayo de 2012


Cicatrices en el cuerpo... y en el alma

La fotógrafa Joséphine Douet inaugura el jueves en Las Ventas 'Alma herida', una exposición en la que retrata a toreros con las marcas de sus percances

06.05.12 - 00:24 - 
«Quería que se hiciese realidad la dureza de la vida de un torero, que la gente se dé cuenta de que el dolor no es virtual, de que no es un juego. Esto es lo que puede pasar cuando un hombre y un toro se encuentran. Allí también reside la grandeza del toreo». Son palabras de Joséphine Douet, autora de una de las exposiciones de temática taurina que más dará que hablar a lo largo de este mes. Su muestra 'Alma herida' debuta el próximo jueves en Las Ventas y permanecerá por el plazo de un mes en el coso madrileño, donde no dejará indiferentes a ninguno de los que se acerquen a contemplarla.
Cicatrices en el cuerpo... y en el alma
'Alma herida' se compone de once historias muy distintas pero con un nexo común: todas reflejan la verdad del toreo. A través de fotografías, la artista francesa muestra las cicatrices de las cornadas de los matadores de toros y recupera la figura del héroe -perdida quizás en los últimos tiempos- pero no vestido de luces, en el ruedo y junto al toro, sino de un héroe humano, cercano y a la vez muy lejano por su propia vida. «Quería que la exposición fuera muy conceptual y nada descriptiva», asegura Joséphine Douet.
Cicatrices en el cuerpo... y en el alma

Cuenta la autora que la idea surgió en decenas de sobremesas, a raíz de las historias escuchadas en cientos de tertulias. El proyecto comenzó a tomar forma de una manera muy radical, pues dándole vueltas a la forma de orientarlo, Luis Blázquez -banderillero de la cuadrilla de José María Manzanares y amigo de Joséphine- resultó cogido en la cara en Sevilla. «Me permitió fotografiarle poco tiempo después de la herida y ese hecho determinó el resto de las fotos».
Así comenzó un trabajo que ha desarrollado durante un año y medio y en el que han participado once profesionales del toreo. Joséphine no quiere adelantar nombres «para eso habrá que ir a la exposición» pero advierte que hay primeras figuras, banderilleros, matadores retirados... Todos al mismo nivel. «Son ante todo hombres. Extraordinarios. Pero hombres», puntualiza.
Cicatrices en el cuerpo... y en el alma
Y también mujeres porque entre los nombres que han trascendido se encuentra el de Cristina Sánchez junto a los de Julián López 'El Juli', Miguel Ángel Perera, Antonio Ferrera o José Miguel Arroyo 'Joselito', entre otros. Según narra la fotógrafa, la mayoría accedió sin problemas a posar para ella, aunque otros, ya retirados de la vida pública, fueron un poco más reticentes y se lo pensaron antes de aceptar. Lo difícil fue cuadrar sus agendas y, obviamente, desnudar sus cuerpos y lo que es más complejo, sus almas.
«Cada uno me ha contado, en una entrevista que está reflejada en la exposición, lo que significa una cornada, tanto a nivel físico como psicológico. Ha sido increíble. Nos hemos reído pero también con alguno hemos llorado. He escuchado historias durísimas, con el mismo mensaje de vida: 'si quieres, puedes'», comenta orgullosa Joséphine Douet.
Los profesionales que participan en esta muestra han contado a la autora la historia de cada cicatriz, que cada uno interpreta de manera distinta. «No sabría decir si para ellos es una medalla, habría que preguntarlo uno por uno. Cada persona es un mundo», añade. Según el caso, la elección de la herida fue de la autora -por el significado en la vida del hombre y del torero- y en otros eligieron entre los dos.
Así, el diestro Miguel Ángel Perera muestra la cicatriz de su pierna derecha, tras las cinco operaciones a las que tuvo que someterse al resultar herido en su encerrona en Madrid en octubre de 2008, mientras lidiaba al quinto de la tarde. Su cornada fue calificada de pronóstico muy grave pues la herida, de quince centímetros, contusionaba la arteria femoral. La fotografía refleja la dureza de aquellos meses de convalecencia.
Por su parte, otro extremeño, Antonio Ferrera, muestra la cicatriz en en el pecho que le propinó un toro de Carmen Lorenzo en julio de 2007 en Teruel. Una cornada muy aparatosa por su proximidad al corazón y cuyo parte médico rezaba que afectaba «al músculo pectoral izquierdo del torero, sin comunicación aparente con la cavidad torácica y sin observar hemorragia en la exploración». El pronóstico fue grave aunque por fortuna el de Villafranco del Guadiana se recuperó pronto.
También impresiona especialmente, por la zona en la que se encuentra, la cornada de José Miguel Arroyo 'Joselito' al estar ubicada en el cuello. El diestro, galardonado esta semana con la Gran Cruz del 2 de mayo de la Comunidad de Madrid, lidiaba en Las Ventas un encierro de Peñajara el 15 de mayo de 1987, poco después de haber tomado la alternativa.
Un morlaco de casi 700 kilos le corneó en el cuello dejándole una herida de diez centímetros y rompiéndole además la clavícula. Tras dos meses en el dique seco, volvió a torear y reconoció que tras aquel percance hubo un antes y un después en su carrera, pues su lidia comenzó a ser más reposada y templada.
La instantánea de cada herida está acompañada de un retrato del torero. De esta manera, la fotógrafa considera que evita el voyeurismo. Afirma que era fácil caer en el tópico de tomar una imagen de pie, posada, algo artificial y ella aspiraba a lograr todo lo contrario. «Quería ver su alma», apunta.
Para eso no había más remedio que separar ambas cosas. Joséphine destaca que fue muy difícil desnudar cuerpo y alma a la vez así que obró con tranquilidad. Primero una cosa y después, la otra. Así los fotografiados se abrían poco a poco y el resultado no quedaba forzado. «No podía hacer buenas fotos si no tenía su entera entrega. Y lo conseguí. Debo reconocer que fueron extremadamente generosos conmigo», apunta la autora, en una entrevista con HOY mientras se encontraba en Italia por motivos de trabajo y pocos días antes de la inauguración oficial de su exposición.
Capacidad de sacrificio
Tras su experiencia, la fotógrafa considera que los toreros no están 'hechos de otra pasta', como se suele decir habitualmente, sino que tienen una determinación y una capacidad de sacrificio fuera de lo común. «Que no es poco», advierte. Lo que más le ha impactado ha sido la absoluta entrega por parte de los toreros. Ella esperaba sesiones complicadas, pero recuerda que todo fue muy natural.
No deja de alabar la extrema gentileza de quienes visten de luces y reconoce sentirse una persona muy afortunada por haber podido compartir esos momentos con ellos. «Que una persona te abra el alma es cada vez más raro, y más en fotografía. Pero que lo hagan once...», asevera Joséphine Douet.
De momento no tiene intención de tomar más imágenes de esta temática y ya está involucrada en un nuevo proyecto. La muestra contempla también un portfolio de autor en edición limitada a 20 ejemplares que se podrá adquirir a través de la página web oficial de la exposición (www.almaherida.com).
La imagen del cartel de la muestra es la de 'El Juli', el único que ha visto las fotografías. «Quería consultarlo con él, al ser la cara visible del cartel anunciador», señala. Al diestro le encantó la instantánea.
En ella refleja las marcas de su cara que son, con el paso de los años, una seña de identidad del matador afincado en Extremadura. La cicatriz de su labio y de su mejilla están incluso en el grabado que simboliza la fundación que preside.
Dicen que las cicatrices son señales de que se ha vivido. En el caso de los matadores, de que han podido disfrutar y sentir la verdad del toreo. Quizás para algunos aficionados es una medalla porque en el fondo es la prueba de que los toreros han conseguido lo que el resto de personas tan solo puede atreverse a soñar.

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