domingo, 24 de noviembre de 2013

José Luis Lozano: «La década de los 90 tal vez sea la más importante de la historia de Las Ventas»

Día 23/11/2013 - 19.19h

Repasa con Caballero y Cuadri aquellos años prodigiosos, de «diversidad de toreros y encastes», en las Mañanas de Cine

«La década de los noventa tal vez sea la más importante en la historia de la plaza de Madrid, y digo tal vez porque no hay que perder de vista a los sesenta». Así se pronunció José Luis Lozano, que ensalzó a carta cabal los años de despedida al siglo XX durante las «Mañanas de Cine» en Las Ventas.
El exempresario de la Monumental maravilló con su sapiencia y su memoria de unas temporadas inolvidables, «con cosas extraordinarias en toros y toreros». Dos calificó de históricos: César Rincón y José Tomás. No pasó por alto las faenas de Julio Aparicio, Enrique Ponce, Finito, Joselito o Luis Francisco Esplá. «Toreros muy diversos y encastes distintos, que provocaban la pasión de la afición y la plenitud de la época», señaló.
En aquella década prodigiosa el epicentro siempre fue «el toro, la madre de la Fiesta». «Durante nuestros años de gestión -glosó Lozano-, buscábamos y rebuscábamos en las ganaderías. No se lidiaba lo de Domecq, porque el público, que andaba muy crispado, no lo permitía y demandaba otra variedad. Salió lo de Adolfo, lo deDolores, que entonces eran prácticamente desconocidos; se consagróCuadri...». Lanzó también un aviso a navegantes: «Las grandes figuras no deben adocenarse ni caer en la monotonía. La diversidad y el dominio a todo tipo de encastes les da grandeza», subrayó entre los plácemes del público, que elogió sus años de gestión venteña.

¿Cómo debe ser el toro de Madrid?

¿Cómo debe ser el toro de Madrid? «Tiene que salir superpresentado-sostuvo el ganadero de Alcurrucén-, pero con hechuras amoldadas al toreo de hoy. Un toro serio pero no elefantino, que sea encastado. Además, recordemos cómo esta plaza daba valor a faenas como las deBastoncito o Lironcito, que no eran estéticas pero sí de dominio. Se podrá tener más o menos gracia, pero la clave es someter y poder a los toros».
En esa línea se pronunció Fernando Cuadri, defensor del toro con casta y emoción. Evocó los noventa como «la década menos mala de la historia de nuestra ganadería». «Salíamos de un bache -continuó-, de una corrida de Beneficencia en el 83 en la que nos anunciaron a bombo y platillo. Y fue la peor corrida de nuestra historia: sosa, descastada, mala en definitiva. ¡Cómo sería que yo creía que me llevaban también a mí al ganadero!».

A Madrid, como Dios manda

En aquellos tiempos de pujanza del mercado de VHS, de cintas como«Fiebre salvaje» o «Pulp Fiction», los cuadris triunfaron con bravos de nombre inmortal, como «Clavelino» o «Poleo». «José Luis (Lozano) nos pidió una corrida para cada año que durase su gestión», rememora Cuadri. «Al igual que José Antonio (Martínez Uranga) nos la ha pedido», señaló el criador mientras anunciaba su presencia en Las Ventas el próximo San Isidro. «Nuestro eje es Madrid, y a Madrid hay que venir como Dios manda -sentenció-».
El ganadero hizo un repaso al currículum de su divisa, a los comienzos de su progenitor, «gran estudiante de Derecho», y a sus jóvenes principios al frente de la ganadería. Con humildad e ingeniodejó perlas para la afición que colmaba el Aula Bienvenida durante el Ciclo de Cine, moderado con amenidad por Carlos Abella. Dos provocaron la sonrisa: «Mi padre decía que el mejor socio de una ganadería es el matadero. Hay mansos declarados, pero los ganaderos de lidia también tenemos mucho manso metido en el armario».

Pasiones doradas

La figura torera del cartel, Manuel Caballero, mostró su orgullo por «disfrutar y tocarme vivir una década dorada, con tan amplio abanico de toreros y encastes, con esa afición tan pasional». Pusoejemplos sobre el albero: «Rincón, con Murteira; Ponce, con Valdefresno y Samuel; Joselito, con Cortijoliva; yo mismo, con Victorino».
Repasó la novillada del 30 de mayo en que se colgó el «no hay billetes» y su cumbre a solas en la Beneficencia con la victorinada: «José Luis, al que yo llamo El Brujo, me dijo: es el momento. Y me dejé llevar». Destacó la competencia de un tiempo irrepetible: «Las figuras toreábamos distintos encastes. Había que ponerse las pilaspara situarte económicamente y con categoría».

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