domingo, 1 de junio de 2014

Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera recuperan los toros para Cáceres

  • Los dos toreros pacenses, muy por encima del ganado, triunfaron ayer ante unos tendidos repletos de público

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Venía la plaza de Cáceres de una travesía por el desierto, en la que incluso tuvo que ver como la policía ocupaba los medios de su ruedo, en un desafortunado incidente de hace tres años, y encaraba con ilusión una feria con carteles atractivos, bien promocionados y un ambiente propicio para vivir una tarde de toros de las que hacen afición. Era tal el hambre de toros que tenía la afición cacereña que hicieron salir a saludar al tercio a los dos participantes en e mano a mano con el que arrancaba la feria sin que ninguno de sus oponentes hubiera asomado por la puerta de toriles.
Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera comprobaban de salida la entrega y predisposición del público cacereño, ante lo que venía por delante que, para empezar, no fue fácil. Antonio Ferrera recibió a Guitarrito, ejemplar de Alcurrucén que abría plaza y que resultó más que complicado de lidiar. Bien presentado, no humilló en ningún momento y protestó cada uno de los muletazos que trató de darle el de Villafranco.
El de Alcurrucén mantuvo la cara arriba en todo momento, impidió el lucimiento de Ferrera e intensificó la mansedumbre que había demostrado al principio de la faena en el tercio de varas.
Antonio Ferrera lo despachó de pinchazo y estocada, que le valieron la primera oreja de la tarde.
El segundo de la tarde, de la ganadería de Jandilla y de nombre Detractor, correspondió en suerte a Miguel Ángel Perera, que evidenció el excepcional momento que vive su toreo para mostrase muy superior a su enemigo, sometiéndole por abajo y cobrándole una magnífica estocada que, a criterio de público y presidencia, valió las dos orejas con que fue recompensado y que le abrían ya la puerta grande de la Era de los Mártires.
VÍDEO
Antonio Ferrera trata de que el ejemplar de Alcurrucén acompañe a la muleta con su mano derecha
En tercer lugar llegaba uno de los momentos más esperados de la tarde. Saltaba al ruedo el toro de Victorino, de nombre Petrolero, que debía lidiar Antonio Ferrera. El vecino de las Tiesas no defraudó en su pelea con el caballo y a punto estuvo de derribarlo al cogerlo de mala manera por los pechos. Ferrera logró lucirse con el capote, en la única oportunidad que tuvo en toda la tarde al robarle una preciosa chicuelina que parecía augurar un mayor lucimiento de toro y torero en la faena de muleta.
Algo debió de verle el ibicenco al victorino cuando se dirigió a su compañero de cartel para brindarle su muerte, pero a medida que avanzaba la faena de muleta sus perspectivas se vinieron abajo ante un animal que no acabó de humillar en ningún momento y que impuso su raza y bravura a la posibilidad de lucimiento de su contrincante.
Por si fuera poco, el viento se empeñó en deslucir la actuación de Ferrera que apenas robó tres muletazos a la 'alimaña' del ganadero de Galapagar. La faena se alargó en el tiempo y sonaron dos avisos para que un pinchazo y una estocada hicieran rodar a Petrolero.
Aperitivo de Adolfo Martín
El cuarto de la tarde, Aviador del hierro de Adolfo Martín, era visto por todos como el aperitivo de esta ganadería para Miguel Ángel Perera que el martes volverá a encontrarse con ella en Madrid, repitiendo paseíllo con Antonio Ferrera y con Diego Urdiales como tercer compañero.
El público cacereño aplaudió de salida al corniveleto de Adolfo Martín, un cárdeno precioso que tomó solo medio puyazo ante el caballo. Parecía que éste iba a ser el primer toro de la tarde que humillara de forma efectiva ante los trastos de los protagonistas de mano a mano, pero los primero indicios positivos que dejó por el pitón izquierdo ante el capote, pronto se fueron desvaneciéndose hasta quedarse en una buena tanda al natural, único hito destacable de toda la faena.
Tras dos pinchazos y una estocada trasera, muy protestada por el tendido cacereño, el de Puebla del Prior tuvo que escuchar dos avisos de la presidencia, antes de que rodara su oponente.
Con el público algo apagado, salía l quinto de la tarde y Ferrera se enfrentaba a su última oportunidad para acompañar a hombros a Perera por la puerta grande del coso de la Era de los Mártires. El de Villafranco se encontraba ante una de esas reses que no está acostumbrado a matar, le tocaba en suerte Tendero, del hierro de Zalduendo, quién no aguantaría la comparación con el 95% de los astados a los que se tiene que enfrentar a lo largo de una temporada pero al que demostró que, no sólo puede cuajar una faena, sino que tiene arte, gusto y valor para lucirse de forma sobrada ante ellos.
Algo manso ante el caballo, sí colaboró el de la Moheda de Zalduendo en un espectacular tercio de banderillas, que Ferrera alargó a un cuarto par al violín en el que puso la plaza boca a bajo. Salía el ibicenco que se jugaba la puerta grande e inició la faena de rodillas, consiguió enlazar dos buenas tandas con la derecha y trató de sacar algo por el pitón izquierdo de su contrincante, que este se resistió a conceder.
Una estocada en todo lo alto sirvió para que el de Villafranco hiciera rodar a Tendero y recogiera con una inusitada emoción sus dos orejas de manos del alguacilillo. Dos orejas de las que no se desprendió en toda la vuelta el ruedo y que le acompañaron entre lágrimas al callejón.
Remate de Perera
Con el deber cumplido y la puerta grande asegurada Perera se enfrentó a Sinvergüenza, del hierro de Fuente Ymbro, quien evidenció más peligro para el picador y su caballo en el tercio de varas del que desarrolló en toda la faena.
Precioso el quite por tafalleras, acompañado con una espaldina y rematado con una media de Perera, que supusieron el mayor lucimiento de la tarde al capote.
El de Puebla del Prior brindó al público y se entregó ante el de Fuente Ymbro hasta el punto de exponerse ante la cara de un toro al que su nobleza no impidió demostrar una evidente mansedumbre.
Una estocada un pelo atravesada sirvió para que rodara el sexto de la tarde que otorgó la tercera oreja de la tarde para Miguel Ángel Perera.

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