jueves, 13 de diciembre de 2012


Los mejores momentos de la lidia quedan para siempre grabados en la retina de los buenos aficionados. A ellos suelen sumarse los compases de los pasodobles que tocan con maestría las bandas de música que interpretan sus piezas en los cosos de todo el país. Apenas con las primeras notas, suelen ser reconocidos y contribuyen a que las emociones sean aún más intensas cuando el torero está cuajando al morlaco en el punto álgido de su faena.

¿Cómo suena la Escuela Taurina?
Entre los más interpretados se encuentran 'La entrada', 'Tercio de quites', 'Ópera flamenca' o 'Puerta grande' y también los que están dedicados a matadores de toros entre los que destacan Manolete o Marcial Lalanda. A ellos hay que sumar una nueva pieza. La que ha compuesto el músico extremeño Julián Cano y que dedica a una de las instituciones más importantes en cuanto a tauromaquia de la región: la Escuela Taurina de Badajoz.
Todo surgió casi por casualidad. Julián Cano es músico y ha sido profesor del Conservatorio Superior de Badajoz desde 1965. Es natural de Alburquerque y ha mantenido una estrecha relación con la localidad, fomentando la cultura desde distintas asociaciones y a través de la dirección de la Escuela de Música. También le gusta la composición y es por ello que cuenta con varias piezas, entre ellas varios pasodobles.
Entre ellos se encontraba su predilecto, uno que tenía incluso grabado en su ordenador y que un día enseñó a un amigo y paisano, José Manuel Ambrós, quien le propuso dedicarlo a la Escuela Taurina de la Diputación de Badajoz. «Hay pasodobles que suenan o no suenan a toros. Este era uno que recordaba a las plazas, a la fiesta... No sabría decir por qué, pero al escucharlo uno es consciente de que es un pasodoble taurino», relata el compositor.
Tras proponer la idea a Fernando Masedo, gerente del Patronato de Tauromaquia, decidieron instrumentarlo. Finalmente se estrenó el 6 de diciembre en un concierto que ofreció la banda municipal pacense en el teatro López de Ayala.
«En principio se iba a estrenar en la plaza de toros de Olivenza, pero no dio tiempo. Se lo comenté al director de la banda de Badajoz, Vicente Soler, y me dijo que lo pondría en el repertorio del concierto del día de la Constitución», recuerda Julián Cano que valora positivamente la labor de la Escuela Taurina, que se vuelca con las ilusiones de los que quieren ser matadores de toros. «Quién sabe si los alumnos de hoy serán las figuras de mañana», apostilla.
Componer un pasodoble no es, en opinión de Cano, una labor complicada. «Suele tener una estructura en la que hay una introducción, después un canto y últimamente se hace un trío, que sería algo así como el estribillo de una canción y siempre lleva partes que son transiciones a las melodías principales», apunta.
Generalmente suele hacerse antes la letra, y después la música. En este caso, la composición dedicada a la Escuela Taurina no tiene letra, aunque él empezó a componerla sin llegar a finalizarla. Quién sabe si algún aficionado con alma de poeta, al escuchar el pasodoble en la plaza, no se anime a acompañar con palabras las notas musicales...

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