martes, 19 de marzo de 2013


'El Fandi' forma un lío

Tres orejas, tarde redonda del torero de Granada, que aparece en versión refinada y con sus portentosas facultades de siempre

18.03.13 - 00:13 - 
'El Fandi' forma un lío

Los ases en la manga y los comodines los tenía 'El Fandi'. Tres orejas, casi cuatro y, si el sexto toro de Cuvillo no llega a aplomarse y rendirse tanto, quién sabe si no un rabo. David Fandila no paró de sacarse conejos de la chistera ni de hacer parecer sencillo lo que no es: banderillear, entre otras cosas, de poder a poder, aguantar y cuadrar embestidas y arrancadas de toros torpederos en viajes de exhalación, reunirse a modo, sacar limpiamente los brazos, clavar arriba, y salir con aliento y sin urgencias tras una paradita graciosa que parece el quiebro a la nieve de un esquiador.
No solo los pares de poder, en versión superlativa del cuarteo clásico; también los violines cobrados despacio, sacando suavemente, como en ritmo de bolero, el brazo en que se llevan los palos; y un par por los adentros precedido de un lindo cambio de carrera antes de llegar a la cara del toro. Ocho pares prendió 'El Fandi', porque regaló par, bis y propina en los dos turnos. Los dos tercios de banderillas se vivieron como una auténtica fiesta.
Fue un Fandi granado, curtido y maduro, capaz, templado, estratega inteligente en la solución de faena con dos toros distintos: un bondadoso tercero que se abría más de la cuenta y hubo, por tanto, de ser sujetado y convencido, y un sexto desganadísimo, parado y que a punto de rajarse pareció pedir la cuenta. Muchas invenciones y no pocos recursos del granadino. De rodillas o en pie, en corto o de largo, al natural por una y otra mano, ganando pasos o perdiéndolos a conveniencia, resolviendo con molinetes de todos los colores, intercalando faroles entre la tanda redonda y el de pecho, o ligando el de pecho a un molinete previo. Y desplantes absolutamente suntuosos por temerarios.
La espada fiel y triunfadora de David Fandila: una estocada al segundo empeño hizo rodar al tercer toro; un sopapo irresistible mandó al sexto al rinchi cuando más bramaba la gente. Y antes de todo ese castillo de fuegos de artificio, lindezas y aciertos variados con el capote. En los dos toros. Largas cambiadas de rodillas en tablas en los dos saludos. Lances cadenciosos al tercero, un galleo por las afueras del repertorio mexicano de Pepe Ortiz, verónicas magnéticas al sexto -un misterio torear tan despacio-, dos medias verónicas espléndidas y hasta el quite famoso de El Zapopán. En forma impecable Fandi, que deja pobre el adjetivo de incombustible.
'El Cordobés', rey indestronable de la heterodoxia y el carisma, con un solo gesto supo poner a mil por hora el ambiente de esa grada 12 de sol de Valencia donde tiran cohetes con la boca. El salto de la rana, el desplante y testarazo, por una rodilla y la otra, más por alto que por donde se debe. Y, además, una versión serena de torero capaz, que se templa y acomoda casi siempre a los viajes del toro. Pero le cuesta reunirse. Y ligar. Ladeada la primera estocada; en los bajísimos y soltando engaño la segunda. Pero las dos sumaron oreja. Una y una.
Y una versión genuina, delicada y clasicista de Finito, que toreó de capa maravillosamente bien, a pies juntos o a compás apenas abierto, las manos bajas y casi juntas, lo que encarece el dibujo del lance. En los dos turnos se dejó sentir el Finito capotero exquisito. Un primer toro de excelente estilo y un cuarto de cara arriba y regañado, apagado al fin. Linda la primera faena, entera en los medios, ajustada, toreo bien rematado incluso en su fase geométrica. Más difícil trabajar con el cuarto, que, remiso, se resistió a toques, no humilló, ni repitió.

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