lunes, 24 de junio de 2013


La cornada a Sebastián Ritter trunca el duelo al sol en Las Ventas

Día 24/06/2013 - 00.01h

Rafael Cerro tuvo que despachar cinco novillos

Una eternidad frente al túnel del miedo. Segundos que se alargaron como la sombra de un ciprés cuando el primer novillo de los Lozano hizo caso omiso al capote de Rafael Cerro, que aguardaba a portagayola. Cuando se arrancó, lo prendió y el pitón del serio ejemplar pareció herirlo. Por fortuna, todo quedó en un terrible susto.
Quien no se libró de la cornada fue Sebastián Ritter, quien mediada la faena al segundo, rebrincandito y geniudo, lo caló de lleno a izquierdas. Seco golpetazo, que estalló sonoro en la plaza. No se arredró el estoico torero, al que practicaron un torniquete mientras la sangre barnizaba la taleguilla. Tras pasaportar a «Vencedor» pasó a la enfermería, de donde no saldría con una herida de dos trayectorias, por lo que Cerro tuvo que despachar cinco toros, un trago.

Duelo al sol

El percance truncó el duelo al sol entre los dos novilleros triunfadores en Las Ventas. Ilusionante rivalidad a primera hora, cuando a lasvalerorísimas gaoneras del colombiano replicó el cacereño por saltilleras. La tarde se le puso luego cuesta arriba a Rafael Cerro, que solventó la papeleta con dignidad pero sin grandes lucimientos, aunque ahí quedó una faena sin trampa al manso tercero y algún pasaje con cierta enjundia al primero, que se dejó más que sus hermanos, pues lanovillada de los Lozano no rompió hacia delante.
La labor inicial no alcanzó el eco deseado en la muleta -aun así hubo naturales con enjundia y un bello cambio de mano-, pues pese a humillar, el viaje no era lo suficientemente largo. Para extensa, la faena: en el filo del tercer aviso se quedó tras su fallo con los aceros, su cruz.

Meritorio con un manso

El tercero danzó de un caballo a otro en un desastroso tercio de varas. De lo lindo le zurraron en el último puyazo. Manso con genio que transmitía en los principios. Todo al hilo de las tablas, planteando batalla y jugándosela el de Navalmoral de la Mata con este «Alcachofa».
Templado el saludo al cuarto cortijillo, que se paraba a mitad del viaje y para colmo Eolo se ensañó y molestó una barbaridad. El quinto resultó noblote, y hubo algún derechazo aceptable, pero luego se embarulló y la tizona volvió a fallar.
Otra vez en el sexto se postró a portagayola, dispuesto a soportar esa fría salida de los Núñez. Y otra vez el novillo se paró en segundos de angustia. Hubo de ponerse en pie para saludarlo, entre un brusco oleaje de la embestida. Pero luego en la muleta iba y venía con nobleza. Rafael Cerro lo intentó deseoso, pero de nuevo le faltó sentido de la medida y se eternizó con el descabello. De milagro no sonó el tercer aviso...

FICHA Y PARTE MÉDICO

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