miércoles, 12 de junio de 2013


Mario Vargas Llosa debuta en los ruedos

Día 12/06/2013 - 14.22h

El Nobel torea al alimón con Enrique Ponce en su finca de Jaén y asegura sentir una profunda emoción y un auténtico placer

Hace pocos días, Mario Vargas Llosa se puso, por primera vez en su vida, delante de una becerra, a la que toreó al alimón con Enrique Ponce. La foto de arriba da fe de ello.
Bien conocida es la afición del escritor a la Fiesta y la defensa que ha realizado de ella en varios artículos. Lo ha hecho, siempre, en nombre de la libertad, su credo máximo. Uno de esos artículos obtuvo el Premio de Periodismo Taurino Manuel Ramírez, del ABC de Sevilla. (Con ese motivo, pudo disfrutar por primera vez de una tienta, en la ganadería del Parralejo).
Le he acompañado en más de una corrida, en Valencia, Madrid y Bilbao. Me ha contado los orígenes de su afición: el presunto capote deJuan Belmonte que guardaba, como reliquia, un pariente suyo; su emoción al presenciar los primeros festejos y al ver algunas películas taurinas; cómo jugaba al toro, igual que tantos chiquillos hispanoamericanos; sus recuerdos de las actuaciones de los grandes diestros españoles, en la Plaza de Acho: Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez...

Emoción profunda

No es Vargas Llosa un experto en técnica taurina, ni falta que le hace, pero sí sabe sentir la emoción profunda de este rito, la belleza de un espectáculo que –según él proclama– hunde sus raíces en sustratos muy profundos de la experiencia humana.
Además, aprecia la riqueza y plasticidad del lenguaje taurino. Recuerdo cómo le impresionaron, en una Feria de Fallas, mis comentarios sobre las querencias («Una querencia tengo por tu acento...») y el profundo simbolismo del verso de Miguel Hernández: «Como el toro me crezco en el castigo...».

El riesgo de bajar a la arena

A fines de mayo, Enrique Ponce ha organizado, en su finca «Cetrina», en Las Navas de San Juan (Jaén), una fiesta campera en honor de su amigo Vargas Llosa, con motivo de la aparición del libro sobre el diestro (escrito por él y por mí) que el escritor peruano ha prologado. Lo que sucedió esa tarde no debe sorprender a nadie: una becerra salió muy buena y el escritor se animó a bajar al ruedo: ya sabe los riesgos que eso tiene, en la literatura y en la vida... Quiso probar, por primera vez, sus aptitudes taurinas, toreando al alimón con Enrique Ponce. Me confesaba luego que la experiencia le hizo sentir una profunda emoción, un auténtico placer...

Fotografía histórica

Suelo señalar el valor simbólico de la fotografía en que torean al alimóndon José Ortega y don Domingo Ortega: pocas cosas resumen mejor la unión de la cultura y los toros. La foto que ahora ofrece ABC pasa a incorporarse a ese lugar de privilegio. No ganaría el Premio Nobel de Tauromaquia –si existiera– Mario Vargas Llosa pero sí confirma una vez más, con su ejemplo, la fuerte atracción que la Fiesta ha ejercido sobre muchas de las sensibilidades artísticas más refinadas. En un momento en el que el odio a todo lo español ha conducido a la prohibición de la Fiesta en Barcelona y San Sebastián, los aficionados a los toros y los amantes de la libertad sólo podemos decir: ¡olé y gracias, don Mario!

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