domingo, 7 de octubre de 2012


Poderío de 'El Juli' y Perera en Zafra

Los diestros cortan tres orejas cada uno en una tarde en la que destacó la faena de Morante de la Puebla al segundo de su lote, de Garcigrande

07.10.12 - 00:10 - 
Cada año, cuando comienza octubre, los aficionados al mundo del toro rezuman la nostalgia propia de aquellos que saben que la temporada taurina llega a su fin. Se acerca el periodo en el que toca estar pendiente de los medios de comunicación, de trasnochar para escuchar lo que sucede en los cosos del otro lado del océano Atlántico y amanecer leyendo qué hicieron los diestros en las plazas americanas.
Quizás por eso, para apurar esos últimos compases de la campaña, muchos aficionados quisieron acudir al coso de Zafra para disfrutar de una tarde con cuatro de los toreros que más han dado que hablar esta temporada por sus buenas actuaciones. El lleno en una plaza siempre es sinónimo de éxito y da aliento a una fiesta que está más viva que nunca.
Para colmo, Morante de la Puebla quiso regalar una tarde especial. Era la de su despedida de la temporada española, en una plaza que siente especial predilección por él. El torero sevillano agradeció el cariño del público con dos faenas de las que quedan para siempre en las retinas de los buenos aficionados.
En especial la del quinto toro de la tarde, 'Calino', un ejemplar de capa negra herrado con el número 170. De no haber fallado con los aceros hubiese paseado las dos orejas. Pero el toreo a veces es impredecible...
A pesar de sus feas hechuras, el astado se dejó y fue noble y repetidor. Recibió Morante a este quinto de la tarde con verónicas, tres de ellas cuajadas de arte y torería. Tras un buen puyazo y un discreto tercio de banderillas, el diestro brindó a Curro Vázquez, el que ha sido su apoderado en la última tarde que le acompañaba desde el callejón.
En una faena impregnada de esencia de toreo antiguo, de aquellas estampas en blanco y negro de Belmonte, Morante inició la faena de muleta doblándose con el toro por abajo, enseñando a embestir a ese astado escarbador con el que se entregó totalmente.
Queda para el recuerdo una tanda al natural de bella factura, en un compendio de inspiración y torería. Encajado el torero, compuesta la figura, fue desgranando los pases al compás de los olés. En la segunda tanda ya hubo quien gritó desde el tendido que aquello era torear y lo demás, dar pases. El público se volcó con la faena a la misma vez que el animal se iba apagando. Al final no se lo puso fácil a la hora de matar y escuchó un aviso. Se atascó con los aceros y aquella faena de premio gordo, se quedó en una fuerte ovación que recogió saludando desde el tercio.
Al primero de la tarde, un colorado ojinegro de Garcigrande, lo recibió con unas verónicas que, por momentos, parecían detener el tiempo, por la cadencia con la que meció su capote. No se empleó el animal en el caballo y cambiaron el tercio tras dos pares de banderillas. En la primera tanda clavó el toro los pitones en la arena, por lo que no pudo bajarle la mano y no terminó de humillar en toda la faena.
Destacó por el pitón derecho con mucho temple, siempre la barbilla clavada en el pecho, encajada la figura, aunque no terminó de acoplarse con ese toro al que cuidó a base de llevarlo muy tapado y dejarle la muleta siempre puesta. Tuvo cierto peligro el morlaco, que terminó rajándose. Pinchazo y estocada trasera entera que resultó muy efectiva. Saludos tras ovación.
Si hay una palabra que defina a Julián López 'El Juli' es poder. El madrileño es un torero que ha alcanzado un nivel en el que, no solo le sirven todos los toros, sino que es capaz de sacar lo que lleven dentro y trasformarlo en buenas faenas. No es necesario recordar el buen momento que atraviesa y ayer en Zafra dejó constancia de ello.
A su primero, de Zalduendo, lo recibió con verónicas y una media de remate. Tras cobrar un buen puyazo, hizo un quite por chicuelinas muy ajustadas y rebosantes de temple. Reservón en banderillas, el astado apretó y obligó a pasar en falso a sus subalternos que, a pesar de ello, dejaron dos buenos pares.
Comenzó la faena a pies juntos, sin enmendarse y llevó el éxtasis a los tendidos. Muy ajustado en una segunda tanda con la diestra. Al natural lo cuidó mucho. A pesar de que el ejemplar fue soso y apenas transmitió, tiró de su repertorio para terminar la faena muy ceñido, en un arrimón que acabó de conquistar a la afición. Entera trasera y descabello. Oreja.
Sin embargo, esa no fue la mejor versión de 'El Juli'. La de ese primer toro fue una faena inteligente pero no del nivel que es capaz de alcanzar el torero. Ese poderío y esa raza sí quedó patente en la lidia de su segundo, 'Cigarrero' un astado que fue premiado con la vuelta al ruedo, quizás no por sus buenas condiciones (solo fue un animal que destiló nobleza) sino porque el madrileño sacó lo mejor de él.
Recibió al toro con una larga cambiada de rodillas en el tercio, dejando buena cuenta de que iba a por todas. De que, a pesar de que es una figura consagrada, no da ninguna batalla por perdida. Cobró un mal puyazo el astado. 'El Juli' mostró su mejor versión, doblándose con el animal en la primera tanda, con muletazos en largo recorrido, acompañando con el cuerpo la embestida del animal. Probó suerte por el pitón izquierdo, pero el astado embestía a cabezazos.
Fue faena de quietud y poder que culminó con una estocada al volapié entera que resultó muy efectiva. Premiaron al toro con la vuelta al ruedo y al torero con las dos orejas. Merecidas.
'Lillo' era el nombre del tercero de la tarde, un toro que correspondió en suerte a Miguel Ángel Perera y que, de haber encontrado la salida, habría enfilado él solo el camino de vuelta a la finca salmantina de Garcigrande. Fue un astado que buscó siempre las tablas, que se rajó y que puso las cosas muy complicadas al diestro de Puebla del Prior, sobre todo después de la voltereta que dio al clavar los pitones en la arena.
A pesar de ello el extremeño no se amilanó, brindó al público e inició la faena con el pase de las flores, muy ceñido el torero ante un astado que salía suelto de los engaños y se rajó desde el primer muletazo. Se lo llevó a los medios el de Puebla del Prior y allí le hizo faena.
Una tanda con la diestra dándole tiempo ante su escasez de fuerzas. Lo llevaba muy tapado el extremeño y lo sometió bajándole mucho la mano. A esas alturas el animal embestía casi andando y cambió la muleta a la zurda para acompañarle en las embestidas con mucha suavidad. Se encajó entre los pitones en la recta final de la faena y dejó una estocada entera, algo contraria, que resultó efectiva. Oreja para Miguel Ángel Perera.
Dos pasearía del séptimo de la tarde, un toro de nombre 'Jactancioso' herrado con el 169. Lo recibió con verónicas y tras un puyazo quiso probarlo con un inspirado quite por gaoneras de mucho valor que remató con una revolera. Brindó al respetable y se fue a los medios para comenzar la faena de muleta con el pase cambiado por la espalda. Muy acoplado con el toro, que se dejó y tuvo más nobleza que el primero del lote del extremeño.
Faena de quietud, de pies juntos, muy por encima del astado. De nuevo lo sometió bajándole la mano y le obligó a humillar cuajando una buena tanda al natural en el centro del ruedo. Consiguió meter al público en la faena y terminó con su toreo de cercanías, no exento de valor, con bernardinas muy ajustadas. No se mostró colaborador el toro y encontró dificultades a la horade matar. Dejó una buena estocada y paseó las dos orejas que le abrían ya la puerta grande junto a 'El Juli'. Palmas para el toro en el arrastre.
Completaba cartel otro extremeño, Alejandro Talavante, que no terminó de acoplarse con sus toros. Al primero, de Domingo Hernández, lo recibió con verónicas e hizo un quite discreto también por verónicas. Tras brindar al público, comenzó una faena correcta pero a la que le faltó ese punto de magia, de inspiración y de chispa que imprime el torero de Badajoz a sus faenas.
El toro resultó el más complicado del encierro, tuvo mucho peligro y el matador extremeño lo lidió por ambos pitones sin que terminase de gustar (y gustarse) en las tandas. Palmas para el pacense.
'Pardillo' era el nombre del astado que cerró plaza. Dejó verónicas de bella factura Alejandro Talavante y tras brindar al público, comenzó una faena de quietud, por estatuarios y clavando las manoletinas en el centro del ruedo. El animal, carente de transmisión y muy soso, no humilló ni el torero se encontró a gusto con él. No tuvo suerte con los aceros y escuchó palmas.
Tardó en vaciarse la plaza de Zafra, quizás porque algunos aficionados al toreo a pie querían capturar hasta la última esencia de lo allí vivido para almacenarlo en su memoria y que sirviese como consuelo hasta que pasen los días y comience la próxima temporada en Olivenza.

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