viernes, 2 de noviembre de 2012


Ponce salda con arte y dos orejas la deuda en México

Día 02/11/2012 - 17.11h
El maestro valenciano Enrique Ponce saldó con creces de arte la cuenta que tenía pendiente del domingo pasado en la Plaza México en la inauguración de la feria de Tlaxcala, donde cuajó un noble toro de San Isidro, a su gusto, y al del público que abarrotó la plaza Jorge Aguilar «El Ranchero».
Dio gusto volver a ver torear a Enrique como siempre lo ha hecho en México, con despaciosidad, dejándose llevar por el sentimiento, por el arte que ha sido siempre su bandera y aprovechando a un toro de San Isidro que tuvo calidad y nobleza.
El arte quees la bandera que ha mantenido a Ponce más de 20 años entre los toreros emblemáticos del toreo no se quedó fuera de esa bella obra, en la que ligó muletazos de mano muy baja en redondo, con remates en los que se destrozó la muñeca moviéndola con soltura en la cara del astado, en abaniqueos que rubricaron la faena.
Ponce disfrutó, sí, y se le vio desde que lanceó a ese astado. Cuando se perfiló a matar y dejó una estocada en todo lo alto, no había más que darle, sin regateo, las dos orejas que además solicitó el público, mucho del que acudió el pasado domingo a la Plaza México, que volvió a demostrarle a Ponce que su matrimonio no ha terminado, que lo de hace algunos días fue simplemente un roce, pero que no empaña la trayectoria del torero de Chiva en nuestro País.

Cariño y admiración

La salida en hombros del pintoresco escenario, quizá uno de los más bellos del mundo, con el campanario de San Franciscoobservándole estoico, fue fiel reflejo del cariño y admiración que el público tiene por el español que en su primero que fue difícil, cumplió decorosamente.
El primer paso triunfal de la feria lo dio el maestro Zotoluco, quien voluntarioso pasaportó a su primero que le exigoó mucho, pero que a su segundo, un buen astado de San Isidro que tuvo calidad, aunque no permitía errores, le cuajó una labor de mucho mérito y entrega, en la que al final, el diestro de Azcapotzalco lució toreando despacio, con reposo y buen gusto.
Eulalio la rubricó con un espadazo efectivo y aunque el público exigió las dos orejas, el juez se hizo de la vista gorda y le escamoteó un apéndice. Esa faena se la brindó Zotoluco, al empresario de Madrid,Manuel Martínez Erice, uno de los poquísimos y verdaderos impulsores más importantes del toreo mexicano en la historia moderna de España. Pésele a quien le pese.
Al lado de las dos figuras actuó el queretano Octavio García «El Payo», quien este domingo torea en La México. Se vio serio, quizá demasiado con su primero que no era fácil. Y más relajado con el sexto, que tuvo movilidad y se comía la muleta en cada tanda. Éste revolcó a Octavio, quien está muy ilusionado con reaparecer en La México y poder mostrar lo que no pudo hacer este año en Madrid, en una de las tardes más aciagas de su carrera, pero que según sus palabras fue aleccionadora.
Con lleno, se lidiaron toros de Xajay (los tres primeros), complicados, dejándose meter mano el tercero. Cuarto y quinto de San Isidro, con calidad y nobleza. Y el sexto de Jorge María, emotivo.
Zotoluco, palmas y una oreja con petición. Enrique Ponce, silencio y dos orejas. El Payo, palmas y ovación.

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