viernes, 11 de enero de 2013


¡Toros, sí; Petro, no!

Día 11/01/2013 - 01.48h

Gran tarde en Manizales con Hermoso y Bolívar a hombros y un templado Cid a pie por la tizona

«¡Toros, sí; Petro, no!». Los gritos en la Monumental de Manizales llegaron hasta Bogotá. Alto y claro contra el alcalde prohibicionista, contra el político que se empeña en coartar la libertad de tantos y tantos aficionados «desplazados» (como rezaba la pancarta) de la Santamaría hasta esta plaza. Y prácticamente la llenaron para colmar luego de oles una tarde de toros y toreros de las que siembran afición.
Las reivindicaciones a sus derechos a disfrutar de un arte que mueve a las masas llegó tras la magistral lección del centauro de Navarra. Pablo Hermoso de Mendoza y sus caballos fueron mástil y vela. El de Estella se dejó llegar muy cerca a «Cortesano» y enamoró con «Chenel» en banderillas y quiebros. Bailó con «Dalí» y pintó muletazos y carruseles que ensordecieron los tímpanos de tanto vitoreo bien ganado. La pasión se agigantó con «Pirata» y una conferencia telefónica en la que las palmas cruzaron el Atlántico. Y si bien estuvo en ése, en el sexto dominó la situación con sapiencia absoluta frente a un «Buenamuela» deslucido. Sencillamente, toreó, que se dice rápido y se tarda mucho en dar. Fantástico Pablo, distinguido con el doble premio.
Por si la onda no le había llegado al señor Petro, en el quinto se agigantaron las pasiones con Luis Bolívar, que con 300 kilómetros de por medio expuso el cómo y el porqué de la grandeza del toreo. Perfecto desde el minuto número uno hasta la hora final, sorprendió con el capote al natural, a una mano y con la izquierda, de modo espléndido. Brindó al público y clavó la ayuda en la arena para torear a derechas sin nada más que un trapo rojo. La muleta escarlata condujo con ritmo a «Escalador». Ya con ella, dio distancias al toro. Muleta puesta y dispuesta a derechas, con técnica y templanza. Alargó el gachetobrazo a izquierdas y acortó distancias por el pitón diestro con un toro que no se cansaba de embestir aunque con protestas al final. Y otra vez zurdazos con los pies juntos, a lo Manolo Vázquez. Obra superior, de técnica ideal, que epilogó con redondos invertidos pulseando a la perfección la embestida y bernadinas apretadas. La estocada, algo caída, desencadenó la pañolada y le otorgaron dos orejas conseguidas a carta cabal, mientras «Escalador», otro estupendo toro de la buena corrida de Ernesto Gutiérrez, recibía los honores de la vuelta al ruedo.
La espada le privó del trofeo con «Dios te dé», que así habían bautizado al mansito segundo. Bolívar le dio pases mandones y llevándolo muy toreado en dos rondas a derechas en las que por momentos recordó al maestro César Rincón, que radiaba la corrida desde el callejón. Se centró a derechas, pues a izquierdas no era tan transparente, y rotó a modo de compás, llevando muy toreado al rival. La cosa siguió con molinetes de rodillas para alegrar la embestida de un «Dios te dé» rajado, un circular invertido y ceñidas manoletinas. Pero el acero falló, que ya está escrito.
El Cid toreó de fábula a la verónica. Lances a fuego lento, que más que movimiento eran caricias. Despaciosidad también en un trío de chicuelinas, rematado con una media primorosa. Faena de temple a la mexicana, tanto del toro como del torero, que disfrutó e hizo gozar con un estupendo «Mentiroso». Supo oxigenarlo entre tanda y tanda y se creció especialmente a derechas, pues a izquierdas no fue lo mismo y hubo menos seguridad. Pases de pecho hasta la hombrera contraria y preciosos muletazos de invención cidista que enardecieron a los tendidos. Pero, ay, la maldita espada, que le privó de las dos orejas. Otra vez falló la tizona en el cuarto, con calidad aunque más sosito. Manuel Jesús toreó a placer, rebozándose con «Urdidor» en una obra de trazo y poso angelical. «¡Ole, los toreros buenos!», le ensalzaron cuando exhibía toreo grande, que unió a desplantes y molinetes que encantaron. Las dos orejas eran suyas, pero la tizona lo traicionó y se marchó a pie. Pero no de vacío, porque la ovación con la que le despidieron fue de auténtica gala.

FERIA DE MANIZALES

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