lunes, 11 de febrero de 2013


Fernando Cruz sale a hombros en su reaparición

Cruz, tras matar a su segundo toro en la última de feria. | G. Arroyo
Cruz, tras matar a su segundo toro en la última de feria. | G. Arroyo
Fernando Cruz le recibieron con el cariño de una ovación. Era su reaparición de la durísima cornada de agosto en Madrid. Un tabacazo que perforó la cavidad abdominal y tocó el páncreas. Cruz lo agradeció enormemente. Y para venir a redondear la cosa el toro de Victorino Martín también se avino con su nobleza al reencuentro de Fernando con los ruedos. El cariño se sostuvo de principio a fin. El parón era previsible que lo acusara el torero. Unas dobladas y de principio la izquierda voluntariosa y dudosa a veces en el pierde pasos de tres tandas. Por la derecha FC ligó una serie sensacional, dejándosela en la cara, encajada y con sabor a los mejores tiempos. Fue el cénit de la faena y el tope de 'Jarrero', un buen toro. La estocada cogió los blandos y el sentimiento de apoyo de los tendidos hizo lo demás hasta la oreja, premio de aliento a un torero cabal. Tiempo al tiempo.
Si bueno pareció este segundo, el tercero para el toreo era leche merengada. El estereotipo del toro mexicano de las figuras. Por dentro y por fuera, por delante, de perfil y por detrás. Puro temple. Un puntito tardo 'Verdulero', que una vez que iniciaba no paraba con una despaciosidad increíble. Alberto Lamelas, que también el pasado año sufrió un tabaco en el vientre en Alpedrete, lo gozó y se puso a su velocidad, más y mejor sobre la mano derecha y especialmente a final de faena. La espada se interpuso entre el jiennense y el previsible triunfo de la firme planta, puesta la muleta siempre y sin toques ni siquiera cuando se le quedó debajo y sufrió una voltereta.
La fortuna se volcó con los dos 'resucitados' y dejó a Sergio Aguilar en pelota picada. El cuarto optaba al toro más feo y cabrón de la feria. Alto, despegado del suelo, destartalado, con una jiba que simulaba ser morrillo invernal. Y el primero, recortado y bajo, al menos le permitió lancear a pies juntos con sabor a Mario Cabré y pegar una media verónica de calidad. Como una tanda de naturales como espejo de José Tomás. Al zapatillero victorino encima le faltaba la fuerza, lo que incrementaba el vicio. El mal de la espada ya no tiene excusa.
Fernando Cruz se encontró con más sitio en el grandón quinto. Tiempo al tiempo, que ya está dicho. El 'victorino' obediente y paradote le permitió estar en torero y trazar una faena que en ambas manos halló tandas o momentos de clásico dibujo. Una estocada a ley, tras pinchazo sin soltar, le abrió la puerta grande.
Lamelas tuvo el gesto de brindar a El Chano, que no se ha perdido una desde su silla de ruedas en esta Feria. Este sexto tenía su carbón y su buen pitón derecho. Pero se rebotó a izquierdas. Alberto le echó raza, pues cuenta con el valor como mejor argumento, ante las incertidumbres; la mano derecha no se la quita de la cara y liga con aire setentero. Como la espada parece su cruz, amarró una estocada en los bajos al segundo envite. Dio otra vuelta al ruedo tras petición.

Ficha:

Plaza de toros de Valdemorillo. Domingo, 10 de febrero de 2013. Última de feria. Tres cuartos largos de entrada. Toros de Victorino Martín, de desigual presencia, partida en dos la corrida, tres terciados y de escasa cara por delante y tres grandotes por detrás; extraordinario de temple y humillación el 3; bueno el 2; infumable el detartalado y feísimo 4; obediente y paradote el 5; encastado el 6º.
Sergio Aguilar, de azul cobalto y oro. Tres pinchazos, estocada atravesada a toro arrancado y varios descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, tres pinchazos y estocada (silencio).
Fernando Cruz, de verde botella y oro. Estocada baja (oreja). En el quinto, pinchazo y estocada (oreja). Salió a hombros.
Alberto Lamelas, de blanco y oro. Dos pinchazos y estocada corta (leve petición y vuelta al ruedo). En el sexto, pinchazo y estocada baja (leve petición y vuelta al ruedo).

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