domingo, 6 de octubre de 2013

'El Cid', otra vez protagonista en Las Ventas

Y un toro nobilísimo de Victoriano del Río. Una faena caligráfica del torero de Salteras, muy celebrada pero sin remate con la espada 

05.10.13 - 00:14 - 
'El Cid', otra vez protagonista en Las Ventas

Un muy singular toro 'Verbenero' de Victoriano del Río. Con la edad recién tomada y traza más que particular: alto de agujas, estrecho, fino de cabos, un punto zancudo, descarado y remangado pero no cornalón, muy astifino, lavado de cara, más toro por delante que de cuartos traseros. 541 kilos. Fue recibido con gran ovación.
Era toro con plaza. No por hondo, que no lo fue, sino por el aire y el aura. Ni trotar ni galopar, sino un correr al trantrán. Una carrera de ritmo acorde que se iba a sostener de principio a fin. El mismo ritmo al soltarse que al venir a engaño y repetir sin la menor resistencia. Fue toro de gran fijeza. De breve empleo en el caballo, de donde salió, tras dos varas, vivo y sin apenas ser herido. 'El Cid' había renunciado a quitar en su turno tras la primera vara, pero, al advertir que Fandiño iba a hacerlo tras la segunda, le ganó la baza por la mano y quitó antes que él: tres delantales, ajustados y bien volados, media y revolera, y de esta salió perseguido porque, aunque dócil, el toro tenía carbón.
Fandiño no renunció a su quite. La salida fue una sorpresa para muchos. Alcalareño, que lidiaba, trató de reclamar al toro desde la segunda raya y mantuvo desplegado el capote cuando ya Fandiño estaba citando al toro. Quite más valeroso que virtuoso: cuatro gaoneras y una brionesa. Hubo ruido. Y entonces salió a replicar 'El Cid': tres verónicas de asiento pero discreto dibujo y media al modo de Chenel, ampulosa. Más ruido entonces.
Prólogo caliente para una faena que volcó el ambiente enseguida y tuvo en vilo a la plaza entera. Sin prueba previa, un cite de largo en el tercio y casi los medios, y vino al trantrán el toro, y repitió con el mismo son. Suave el trato del toro, que fue agradecido hasta en eso. 'El Cid', vertical, estaba tan relajado y suelto de brazos que hasta el encaje parecía natural. Ni una docena de muletazos y ya estaba la gente hirviente. Primera variación: con la diestra, una tanda de cuatro, el cambiado y un recorte casi de molinete. En la segunda tanda en redondo, hubo dos muletazos de gran desmayo y el clima se calentó.
'El Cid' se puso de frente con la izquierda, y ahora fue toreo de uno a uno. Todo, o casi todo, en un mismo terreno. Faena de colocación, de conducir y no de obligar, de caligrafía impecable más que de sentimiento o pasión. 'El Cid' se perfiló con la espada en corto y en la suerte contraria. Un pinchazo sin fe, y salió perseguido, otro pinchazo y media muy trasera. Se pidió con fuerza la vuelta para el toro. Fue, por lo demás, corrida psicológica. 'El Cid' se había encontrado algo del revés al público y a su gente en el primer toro. Lo toreó despegadito y sin resolverse ni apostar. Frágil el toro, pero sirvió.
No tuvo Fandiño a favor el ambiente. Sí tuvo a favor el palco: la oreja con que se premió su primera faena no fue de petición suficiente. ¿Y los toros ? El quinto, el que podría haber hecho cumplirse el sueño irrenunciable de Iván -la puerta grande de Madrid-, no tuvo fuerza ni son ni entrega; el otro sí se dio, pero sin descolgar ni dejar de resistirse. El público trató a Iván en el quinto con distancia exagerada. Ni un ole: ni para el péndulo de apertura de faena, ni para el pase de las flores con que inició el broche de una primera tanda muy atrevida. Fandiño debió de sentir que tenía enfrente la pared de un frontón. Una estocada defectuosa.
A todo esto fue la alternativa de un valentísimo Sebastián Ritter, que salió airoso de prueba de tanto compromiso. Firmeza irreprochable con el toro de la alternativa, muy codicioso pero un punto frágil; soltura y resolución, seguridad y asiento, aguante, acierto en las distancias y terrenos. Interesante. Un emotivo brindis al cielo que iría por el difunto Antonio Corbacho, que fue su instructor y forjador.
Las ideas de Corbacho en esa faena: el toreo vertical y a pies juntos, de ajuste mayor y de brazos. El final, por bernadinas, fue el detalle más valiente de toda la corrida. Una notable estocada. Y otra muy habilidosa para despachar al galán que cerró corrida, un toro muy en Bayones -badanudo, inmensa popa, 600 kilos, y de envergadura terrorífica: muy abierto y ancho de cuna, cornipaso, mazorcas gruesas, puntas finas-. Y toro distraído y a su aire. Entero y paciente el torero de Medellín. Seguro de sí mismo. Como en el hermoso quite por gaoneras al quinto de corrida, que fue señal clara de su firma.

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