domingo, 13 de octubre de 2013

Soldado Ureña, siempre al frente

Día 12/10/2013 - 22.29h

Una corrida sin clase, salvo un toro, cierra la temporada en Las Ventas en el día de la Hispanidad

Un toro más feo que un susto en mitad del duermevela cerró el almanaque de la temporada en Las Ventas. El astifino «Licorero»parecía hecho al revés dentro del desigual conjunto de Pereda, que no hubo manera de completar en tiempos de ganado sobrante... Salvo el primero, portador del gen de las calidades, cómo fue la corridita, tan desclasada como deslucida.
Con tal morralla se abortó la misión de lucimiento del ejército torero internacional, dispuesto a avanzar en el día de la Hispanidad. Menos ese enemigo del estreno, que a medida que transcurrió la tarde se antojó más bueno. Qué manera de planear en el capote de Bolívar, con una embestida de tempo mexicano que alimentó las esperanzas del temple. Pero a la obra, con su punto máximo de relax en la ronda diestra inaugural, le faltó sentimiento y le sobró mecánica sin ángel, con más de un muletazo hacia fuera... Aquello no caló en los tendidos, con mejor entrada este sábado que un domingo cualquiera. Y eso que buscó el camino clásico, con oficio y bajando la mano hasta donde permitía«Afanes», cuyo pecado era su contada fortaleza.
Más coraje puso el colombiano ante el cuarto, un remiendo de Sánchez Herrero en el umbral de los seis años, que a punto estuvo de prender a un monosabio. Esa mayor fibra se vislumbró ya en las verónicas de tinte barroco del quite. Esforzado, exprimió el pitón derecho de este «Soberbio» con movilidad y poco estilo, de engañoso comportamiento.
Serenidad de principio a fin del soldado Paco Ureña, que se presentó con estoicas gaoneras, siempre al frente y sin retroceder. El desafío quiso tener continuidad ante el deslucido segundo, de corto viaje y sin descolgar. Ahí quedaron un pase de pecho de antología y puros naturales, gota a gota, con el corazón ofrecido y la colocación verdadera. Valiente a carta cabal también en los derechazos y en las manoletinas de la despedida.
Actitud encomiable y tranquilidad con el quinto, que enseñó en el fenomenal prólogo que el pitón era el izquierdo, pese a puntear el engaño. Un espejismo con el que el murciano nunca bajó la guardia. Salvo a espadas...
El escarbador tercero se lo pensaba antes de ir con su picardía geniuda. Entregado desde la apertura genuflexa, Sergio Flores lo intentó con ahínco y esbozó unos meritorios zurdazos para rematar valeroso entre los pitones. Decisión del mexicano con el barato y resacoso «Licorero», sin misiles de guapeza ni casta. Adiós, Madrid. Hasta 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario