domingo, 13 de octubre de 2013

Juan José Padilla, héroe en Zaragoza

Día 12/10/2013 - 22.35h

El Ciclón de Jerez corta dos orejas; El Cordobés sufre un percance

Toros de Juan Pedro, flojos, bondadosos, dóciles colaboradores. Con ellos, se impone una faena «standard», porque hay que cuidarlos, no dominarlos: los puyazos son simbólicos; se repiten las suertes que suponen dejarlos pasar, sin obligarlos: delantales, chicuelinas, pares al violín, muletazos de rodillas y a media altura, molinetes...
Juan José Padilla, héroe en Zaragoza
F. SIMÓN
El Cordobés, a merced del toro
El primer toro se derrumba antes del segundo puyazo y al segundo muletazo deja estar sin problemas al Cordobés, reposado, tranquilo, sin bajarle la mano. Trasteo aseado y estocada: petición. El cuarto es más paradito, ya de salida. Le pegan un puyazo y la gente se indigna de semejante atrocidad. En la muleta, dobla y se queda corto, con algún peligro. Engancha al diestro y le revuelca: sufre un puntazo en la clavícula y una herida en el labio, de pronóstico leve.
Recibe El Fandi al burraco tercero con largas cambiadas, en tablas. Un picotazo mínimo y al suelo. Brilla en los pares de la moviola y al violín. Muletea de rodillas y el toro imita su postura. El trasteo, voluntarioso,sin emoción, es largo: suena un aviso antes de tomar la espada. En el sexto, animado el público por la jota que cantan y bailan, insiste El Fandi en las chicuelinas y el par al violín. Otro trasteo con oficio, sin especial brillo.
Padilla despliega todo su repertorio de «ciclón». Al segundo, que ha recibido a portagayola, lo brinda al cielo, muletea de rodillas, da circulares mirando al tendido, logra una gran estocada: oreja con fuerte petición de la segunda. Algo parecido en el quinto, que brinda a su cuadrilla. ¿Quién podría imaginar que acabaría la temporada siendo líder del escalafón? Como el toro se apaga, tira de recursos. Otro espadazo: oreja y salida en hombros.
Al final del segundo, se ha vivido una apoteosis sentimental, cuando dala vuelta al ruedo con su niña, envuelto en la bandera española. Al final, los gritos casi futboleros («¡Illa, illa...!») acompañan su salida en hombros. Ha pasado Padilla a engrosar la lista histórica de los héroes de Zaragoza.

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