miércoles, 18 de julio de 2012


Caso Bogotá: Los taurinos deberán decidir si traicionar la tradición o exigir el respeto a la ley y a la libertad

Burladero América / Colombia / Santiago García Jaramillo
17/07/2012 11:25
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La Alcaldía de Bogotá hizo público ayer el condicionamiento para el restablecimiento de las corridas de toros para la temporada de verano, incluso para la temporada 2013, en la plaza Santamaría “si se llega a un acuerdo de no matar al animal en la corrida”, según expresó en RCN el Secretario General del Distrito, Eduardo Noriega. 
Una vez más la  autoridad municipal capitalina pone sobre la mesa la discusión en torno al tema taurino, a pesar de terminar sin apego a las normas legales colombianas el contrato de arrendamiento que tenía vigente con la Corporación Taurina de Bogotá hasta el año 2015. 
Al respecto es importante anotar que en Colombia el espectáculo taurino está regulado íntegramente en la Ley 916 de 2004, la cual estructura la corrida con los tres tercios tradicionales, es decir con muerte incluida, a la cual le dedica no menos de 20 menciones. 
Y a pesar de que el Alcalde vuelva y saque su discurso sobre el mandato de la Sentencia C-666 de 2010 entorno a 'en el futuro morigerar o eliminar los tratos especialmente crueles' -porque aquí si no hay mención específica a la muerte- hay que recordarle que su argumento responde a una versión amañada de la sentencia, que él y sus asesores se han empeñado en construir, pues es claro que es este un llamado al legislador, como lo dice la propia Corte en su sentencia, y como lo explicaron, en su momento, el Magistrado ponente de ella, Humberto Sierra Porto, y el Ex Presidente del alto tribunal Manuel José Cepeda Espinosa. 
Lo más inquietante de las declaraciones de Eduardo Noriega, es que afirma que las posibles soluciones están supeditadas a que "se garantice que no habrá sangre en la arena".  Es decir, que no podrá haber ni pica, ni banderillas, ni muerte.  
En conclusión la Ley 916 tendría que ser derogada por la 'real gana' del Alcalde Petro y de un "sector del gremio taurino", que parece motivado más por el oportunismo en medio de una situación difícil que por el verdadero amor a la fiesta, el respeto a la tradición taurina y la ley que rige el espectáculo en Colombia. 
La afición taurina de Bogotá, debe seguir reclamando por su libertad, por el respeto a la Constitución, la Ley, la Jurisprudencia y la tradición, sin permitir que en medio de la desolación que produjo la alcaldada de Petro, se lleguen a tomar medidas desesperadas, instigadas por una  parte, por personas que no le guardan amor a la fiesta, y que sólo ven en ella una fuente de lucro y por otra por gobernantes déspotas que desconocen que el único camino para reformar la tradición taurina en Colombia, con sujeción al principio de legalidad, es acudir al Congreso de la República.  

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