Dos trofeos, más toros y toreo
Manzanares y Padilla cortan una oreja cada uno con la interesante corrida de El Pilar en Valladolid
El Pilar puso la nota alta, altísima, en la pasada Feria de Bilbao. Y con el toro de Bilbao. Pero a esta divisa le embisten grandes. Ayer no eran toros para ese ruedo de tierra negra, pero salieron ejemplares con una embestida seria. Exigiendo pero agradecidos. No todos. No siempre. Claro. La cosa no empezó bien a pesar de que el cartel era para ilusionarse. Hizo cosas raras el toro en el capote, se cruzaba, lo haría algún otro animal también, y fue poco claro en la muleta, se quedaba por abajo a medio viaje pero sin empuje. Anduvo Padilla firme y resolvió. Aunque más importante fue la faena del cuarto, que era toro para hacerle las cosas bien porque viajaba con entrega en la muleta de Padilla, hasta donde él le marcaba. Estaba la faena por hacer. Interesante enfoque. Con mucho aplomo Padilla fue construyendo la labor hasta cortar un trofeo.
Hasta tres veces se cruzó el segundo en el capote de Morante. No se veía toro. Morante apostó pronto. No renunció a la faena y en esa media embestida que tuvo el toro al paso, elevó Morante el toreo diestro. Precioso a cámara lenta, naturalidad, erguida la figura, pura expresión, sin retorcerse ni buscar más allá de su propia esencia. Fueron pequeños regalos porque intuimos que quizá le duraría poco. Nos equivocamos. Apuró al toro, nos dejó bellos pasajes y quedó en blanco con la espada una faena plagada de torería.
Quiso con el quinto, que le puso en apuros desde que salió con el capote. Se quedaba corto el toro, encerrado Morante en tablas, el sevillano quiso torear a la verónica más en un robo que un disfrute: todo ocurría en demasiado poco terreno. Como en las chicuelinas de después, en las que no se despegaba el toro. No había tiempo. No había espacio. Toreó Morante bonito y emocionante a dos manos, se rebrincaba el toro con genio, se quedaba corto y pronto se desplomó. Al ver que el toro se había quedado tardo, cogió Morante la espada. No pudo ser.
El lote de la tarde se lo llevó José María Manzanares en su doblete en la feria vallisoletana. El tercero fue buen toro. Bravo toro de El Pilar de poético nombre «Buscaoro». Descolgó la cara en el viaje, la arrastraba si hacia falta y se desplazaba con entrega y con bravura. La cuadrilla de Manzanares demostró seguir a pleno rendimiento. Se desmonteraron Trujillo y Blázquez y lo hizo fácil Curro con el capote. Manzanares lo vio claro. Dos tironcitos y al centro. Ahí compuso con la derecha. Encadenó muletazos, algunos solapados y remató con algún cambio de mano de parar el tiempo. Sublime la trinchera y algunos muletazos que tuvieron mucho eco en el público. Había lentitud y parsimonia en ese camino de búsqueda, de acople, de poner la máquina de nuevo a funcionar. Se tiró a matar recibiendo. Y la espada no entró. Ni ahí ni después y la cosa quedó en nada. Así se hacía más grande la calidad del toro y la sensación de no haber puesto el colofón dejaba vacío. Tuvo fijeza y entrega el sexto. Había que llevarlo. Manzanares dejó muletazos muy buenos con otros de menos continuidad hasta cerrar con manoletinas. La espada esta vez sí, y a pesar de que tardó en caer, paseó un trofeo. Dos orejas, pero más toros y en realidad más toreo de lo que refleja la ficha. Por suerte.
Valladolid. Tercera de la Feria de la Virgen de San Lorenzo. Se lidiaron toros de El Pilar, justos de presentación. El 1º se quedaba por abajo y no era claro; el 2º, deslucido, de media arrancada y al paso; el 3º, toro bravo, que descuelga la embestida y exige; el 4º, con buen fondo y agradecido; el 5º, complicado, repone y se rebrinca; y el 6º, buen toro, de embestida seria. Dos tercios de entrada.
Juan José Padilla, de canela y oro, estocada (saludos); estocada caída (oreja).
Morante de la Puebla, de caña y oro, tres pinchazos, descabello (palmas); media estocada (pitos).
José María Manzanares, de azul y oro, media, dos pinchazos, aviso, estocada (saludos); estocada, aviso (oreja).
Hasta tres veces se cruzó el segundo en el capote de Morante. No se veía toro. Morante apostó pronto. No renunció a la faena y en esa media embestida que tuvo el toro al paso, elevó Morante el toreo diestro. Precioso a cámara lenta, naturalidad, erguida la figura, pura expresión, sin retorcerse ni buscar más allá de su propia esencia. Fueron pequeños regalos porque intuimos que quizá le duraría poco. Nos equivocamos. Apuró al toro, nos dejó bellos pasajes y quedó en blanco con la espada una faena plagada de torería.
Quiso con el quinto, que le puso en apuros desde que salió con el capote. Se quedaba corto el toro, encerrado Morante en tablas, el sevillano quiso torear a la verónica más en un robo que un disfrute: todo ocurría en demasiado poco terreno. Como en las chicuelinas de después, en las que no se despegaba el toro. No había tiempo. No había espacio. Toreó Morante bonito y emocionante a dos manos, se rebrincaba el toro con genio, se quedaba corto y pronto se desplomó. Al ver que el toro se había quedado tardo, cogió Morante la espada. No pudo ser.
El lote de la tarde se lo llevó José María Manzanares en su doblete en la feria vallisoletana. El tercero fue buen toro. Bravo toro de El Pilar de poético nombre «Buscaoro». Descolgó la cara en el viaje, la arrastraba si hacia falta y se desplazaba con entrega y con bravura. La cuadrilla de Manzanares demostró seguir a pleno rendimiento. Se desmonteraron Trujillo y Blázquez y lo hizo fácil Curro con el capote. Manzanares lo vio claro. Dos tironcitos y al centro. Ahí compuso con la derecha. Encadenó muletazos, algunos solapados y remató con algún cambio de mano de parar el tiempo. Sublime la trinchera y algunos muletazos que tuvieron mucho eco en el público. Había lentitud y parsimonia en ese camino de búsqueda, de acople, de poner la máquina de nuevo a funcionar. Se tiró a matar recibiendo. Y la espada no entró. Ni ahí ni después y la cosa quedó en nada. Así se hacía más grande la calidad del toro y la sensación de no haber puesto el colofón dejaba vacío. Tuvo fijeza y entrega el sexto. Había que llevarlo. Manzanares dejó muletazos muy buenos con otros de menos continuidad hasta cerrar con manoletinas. La espada esta vez sí, y a pesar de que tardó en caer, paseó un trofeo. Dos orejas, pero más toros y en realidad más toreo de lo que refleja la ficha. Por suerte.
Valladolid. Tercera de la Feria de la Virgen de San Lorenzo. Se lidiaron toros de El Pilar, justos de presentación. El 1º se quedaba por abajo y no era claro; el 2º, deslucido, de media arrancada y al paso; el 3º, toro bravo, que descuelga la embestida y exige; el 4º, con buen fondo y agradecido; el 5º, complicado, repone y se rebrinca; y el 6º, buen toro, de embestida seria. Dos tercios de entrada.
Juan José Padilla, de canela y oro, estocada (saludos); estocada caída (oreja).
Morante de la Puebla, de caña y oro, tres pinchazos, descabello (palmas); media estocada (pitos).
José María Manzanares, de azul y oro, media, dos pinchazos, aviso, estocada (saludos); estocada, aviso (oreja).
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