miércoles, 18 de septiembre de 2013

La imaginación de Alejandro Talavante salvó una tarde sin alegría

Ganado blando de Benjumea al que le sobraron los picadores. 'El Fandi', Perera y Talavante empataron a una oreja ayer en Murcia 

18.09.13 - 00:03 - 
La imaginación de Alejandro Talavante salvó una tarde sin alegría

La última corrida de toros de la feria de Murcia acabó sin alegría. La corrida fue de una presentación irreprochable. El problema es lo que llevaba dentro. Salvo la movilidad del lote de Fandi y la calidad, sin potencia, del que saltó al ruedo en tercer turno, fue un encierro de toros muy vacíos, blandos en exceso y en la que sobraron los picadores. Pudo abrirse la puerta grande si Talavante hubiera enterrado la espada al primer intento tras su faena al tercero. El extremeño firmó un bonito saludo de capa, con cuatro verónicas a las que siguieron unas ajustadísimas chicuelinas. El comienzo de faena fue por estatuarios que combinó con un pase cambiado por la espalda y el doble de pecho aguantando una fuerte arreada del animal. El de Benjumea acudió con prontitud a los cites, humillando y Alejandro, fresco de ideas, le cogió las velocidades, ligando las series y ejerciendo de ilusionista, pero se atascó con los aceros. Paseó un trofeo del que cerró el festejo. Destacaron cuatro meritorios naturales y el de pecho. Con el toro rajándose aprovechó las inercias para torear hacia los adentros, con inteligencia, para finalizar por manoletinas.
'El Fandi' paseó una oreja facilona del astado que abrió plaza. Variado con la capa, cumplió en el tercio de banderillas, con el toro viniéndose arriba. Con técnica lo fue pasando por el pitón derecho, buscando el efectismo de los martinetes, molinetes, pases de las flores y otros recursos. También se movió el cuarto. Anduvo bullidor y mató de pinchazo y entera en buen sitio.
Miguel Ángel Perera paseó un trofeo del segundo. Blando oponente, perdió las manos desde los primeros compases de la faena. No le quedó otra al extremeño que torear a media altura. Fue la faena a más hasta torear con solvencia metido entre los pitones. El quinto no dio ninguna opción de triunfo. No tuvo fuerzas ningunas aunque tenía la virtud de humillar. Pese a que apenas se le picó, llegó sin gas a la muleta, perdiendo las manos hasta derrumbarse cuando lo quiso ligar Miguel Ángel en los medios. Sin material para el lucimiento, abrevió matando de estocada atravesada.

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