domingo, 15 de septiembre de 2013

Manzanares corta un rabo en Nimes

Día 15/09/2013 - 10.32h

El público sale de este precioso coliseo romano, de planta ovalada, con la emoción de haber asistido a otra tarde histórica

En el marco solemne de las Arenas de Nimes, José María Manzanares realiza una gran faena al mejor toro Garcigrande, justamente : corta cuatro orejas y un rabo, sale en hombros. Y lo más importante: se reencuentra con las mejores virtudes de su tauromaquia, al final de una temporada irregular. Corta también dos orejas El Juli, que han podido ser tres . El público sale de este precioso coliseo romano, de planta ovalada, con la emoción de haber asistido a otra tarde histórica.
Festeja Julián el quince aniversario de su alternativa, en este mismo coso. Desde entonces, ha profundizado en su toreo . Busca el dominio del toro por encima de la belleza. El primer toro se deja pero, como sus hermanos, salvo el sexto, embiste con poca clase. Quita por chicuelinas con el compás abierto, como hizo José Tomás (la estética sufre ). Brinda a Manzanares padre, su padrino de alternativa. Lo fija por alto, liga los muletazos, concluye con circulares invertidos. Mata con su habitual salto: primera oreja.
El tercero, de Daniel Ruiz, topa en el capote, pega arreones, protesta. Brinda a Simón Casas : le da distancia, aguanta, logra dominar la complicada embestida.
El quinto humilla pero es pegajoso, embiste algo descompuesto. Impone el diestro su gran oficio, logra buenos naturales (con la pega habitual de la escasa verticalidad) . Entra a matar, como siempre, de muy lejos y con salto. Tarde en caer: una sola oreja.
Nadie discute la innata elegancia de Manzanares pero parecía acusar el peso de la temporada; aunque cortara trofeos, por su empaque, no estaba en su mejor momento . Esta tarde se saca la espina, aunque no interviene en quites. El segundo toro, incierto y rebrincado, da un puntazo a Luis Blázquez. José María le baja mucho la mano y recurre – algo raro, en él – a las manoletinas. No ha cuajado faena pero logra una gran estocada en la suerte de recibir: dos orejas.
El cuarto es deslucido, vuelve rápido. José María aguanta, consigue muletazos rápidos, pasando algún apuro. Mata mal, entrando de muy lejos (un defecto habitual en casi todos los toreros actuales).
Felizmente para todos, el sexto toro, cómodo de cabeza, saca mucha clase, embiste pausado desde el comienzo. Manzanares lo recibe con tres largas de rodillas y unos delantales muy lentos. Se luce en varas Chocolate. En la faena de muleta, volvemos a ver al gran torero que nos deslumbró, por ejemplo, en la Maestranza. Liga el pase de las flores con derechazos templadísimos, juega la muñeca a cámara lenta, acompaña con la cintura: una preciosidad... Y vuelve a matar recibiendo, de modo espectacular: por unánime petición, se le concede el rabo, y, al toro, la vuelta al ruedo. ¡Cómo habrá disfrutado su padre! ¡Cómo habría disfrutado su abuelo! Los toreros no son máquinas pero alguien con estas condiciones no se puede dejar ir... Como una estatua clásica, sacan en hombros a Manzanares, enloquecidos, por la Puerta de los Cónsules.

FICHA

No hay comentarios:

Publicar un comentario