martes, 26 de junio de 2012

EL DÍA QUE DIOS ENVIDIÓ AL HOMBRE 

Después de escuchar el eco interminable de las pasiones, se le escapó a Dios en voz alta: ¿Y yo por qué no puedo hacer eso? Levantó la cabeza El Juli, metido entre los pitones,  mientras creaba lo que a Dios se le había olvidado crear,  y le respondió: porque tu no eres humano. De tu a tu lo trató. Daba la vuelta al ruedo José Tomás luego de haber creado una tanda de naturales que Dios ni imaginó crear y sintió envidia del hombre. Sentado al borde de una nube, mirando hacia abajo, hacia el Badajoz del paro y la necesidad, el de la precariedad,  de presente duro y futuro de piedra, pensó en los seis días de la Creación. Mirando la felicidad de los rostros a pesar de los tiempos de fuego, echó en falta algo no creado. La magia de hacer felices a los hombres a pesar de la ira de los tiempos. El toreo. La tarde redonda de El Juli, la reaparición inverosímil de José Tomás. Nunca debí descansar el séptimo día, se dijo.  Y se puso a aplaudir la salida en hombros por la puerta grande.
Colocados en las épocas que dicen de oro y de plata, son mejores. De platino. Tomás y El Juli. De los que Dios esta tarde sintió envidia. Se colocó hoy la Fiesta en su Creación propia a través de toros toreros que, uno a uno, son grandiosos. Juntos, lo que Dios nunca pensó para el paraíso. De la mano de una corrida de  distintos tipos, cuajo y peso, animales creados el día Sexto, escasita de fondo y de todo el lote de Tomás, bueno por el pitón derecho el tercero y bruto y grande e incierto el sexto, lo consiguieron. Llamaron la atención de Dios a través de la felicidad de gritar ronco, seca de a cuarenta grados de levitación y cincuenta en el asiento de piedra, que vocearon y abrazaron miles de personas. Comenzó  la corrida de día y terminó de noche, creados esos extremos el día Primero. RepletóBadajoz de peregrinación por la vuelta del mito Tomás en una jornada de calor desértico. Y con un final sin dios ni diablo, a la par en hombros, alzados entre la multitud. El día en el que Dios sintió envidia del hombre.
Juntos son platino en la época de mejores toreros que, sin enlotar, son menos. Para ser Dios hay que rivalizar con Dios. Juntos lo son. Juntos estos y alguno más son la grandeza del toreo. La razón de ser del toreo. Su edad de Oro. Enjuto, flaco, de canas y arrugas quijotescas, Tomás volvió en esta temporada chica a hacerse grande. Esa grandeza mítica  que se apuntó en el primero, sólo apuntar ante un castaño de cara para adelante, manso y de raza escasa, noble pero sin emoción ni empuje. Muy huido de salida, JTdesistió de los lances rodilla en tierra para buscarle por el ruego a golpe suave de chicuelinas al pasar. A ves el toro ni tenía embroque, sobre todo por el lado derecho. Pasaba para irse. Tras las estatuarios y uno de la firma, buscó la forma de que no doblara manos, de que ganara en embroque y en celo, sin apretarle. Y ante su falta de raza sacó la suya entre los pitones luego de dos tandas buenas. Muy cerca, besó los pitones con los muslos un constante de la tarde de los dos toreros de los Dios sintió envidia.
Una tanda por pitón de muñeca suelta, manoletinas buscándole la cara y una estocada de perfecta ejecución y no de colocación.  Lo grande estaba por llegar, en el quinto. Toro más agradable que bonito de tipo, manso y de tecla a encontrar: proximidad y cites casi tocando el hocico. Pausado, creyendo en su fe, Tomás fue a ,ás desde el saludo a la verónica, el quite por gaoneras, las tandas cada vez más ligadas ante un toro vulgar, despacioso, solemne. Una tanda con la derecha ligada, empujando al toro, ceñido desde el embroque prologó a una con la izquierda inexistente: desde los muslos en collera con los ptiones sacó un pedacito de muleta para dar en hocico y traerlo despacio hacia atrás provocando la envidia de Dios. Grande este torero. Crear tanto de la nada, Dijo Dios.
Este invencible Juli salió a a por todas desde el minuto menos uno. Cuando Dios se dijo voy a crear del Mundo, El Juli ya arrastraba medio capote por la arena en el saludo al segundo, luego se enroscó  en la embestida por chicuelinas rematadas con una larga cordobesa y un molinete de capa cerrada. Crudo lo dejó para iniciar faena. La apertura doble y de mago: tres molinetes limpios y ceñidos y luego un cambiado por la espada en los medios. Y a torear por abajo con la muleta por el suelo barriendo albero siempre, siempre profundo, ligado, de arrebatado cite, de trazo poderoso y lago y hondo. Hubo una tanda para ser creada por Dios de redonda y siempre inciando y terminando las series con los de pecho de toro por delante o molinetes o afarolados o cambios de mano o los del desdén. Esa forma de ir el toro por el pitón  derecho no la tuvo por el izquierdo, siempre por dentro y sin irse. Pero la rotunda formal, el trazo hondo y largo, la profundidad que por si sola es estética al provocar el olé ronco, bastaron para justas orejas tras estocada trasera.
Lo que le hizo al gradullón sexto fue montarse encima. Literalmente. Abusar de él por conservador de embestidas, de falta de celo, de no querer ir hacia a delante, de frenarse. Lo atacó una temeridad entre los pitones, uno y otro, el cuerpo por  delante, la muleta sacada desde distancia inexistente para torear desde allí. Un arrebato de locura ambiciosa, una creación de pasión, una forma de ir más allá de lo razonable, como pidiendo una oportunidad. Hubo un momento que se asustó el toro, cuando dejó caer muleta y arrojó lejos la ayuda en un ahí te quedas. Y espadazo. Lo que pensó Dios es que nunca debió descansar el séptimo día. Cumbre Juli.
Padilla tuvo un toro agarrado el piso con el que se justificó y se animó desde la larga de saludo con el mejor entipado de la corrida, el cuarto, de buena condición, pero para enganchar adelante y suave. El toreo tiró de raza, del padilla de siempre en un tercio de  banderillas bueno , un inicio de faena de rodillas y ataque y desplantes antes de pinchazo y buena estocada. Dios, en parte, también le envidó: estar tan vivo  y en cartel tan de dioses luego de su calvario. En realidad a la Creación le faltó algo que se dejó en manos del hombre. El toreo. Miles de años después del Paraíso de Adán y Eva Dios lamenta lo de la manzana. Y haber sesteado el día Séptimo.  
Plaza de toros de Badajoz. Cuarta de la Feria de San Juan. Lleno de no hay billetes. Toros de Garcigrande (2º y 3º con el hierro de Domingo Hernández), desiguales de presencia y juego. En general nobles y bajos de raza. El tercero fue el más completo. Juan José Padilla, silencio y oreja tras aviso; José Tomás, oreja y dos orejas; El Juli, dos orejas y dos orejas


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