lunes, 27 de mayo de 2013

A Alberto Aguilar le afanan la Puerta Grande

Cogida de Chechu. | efe
Cogida de Chechu. | efe
Chechu resultó herido de gravedad en el toro de su confirmación en un despiste. El exceso de confianza le hizo pasar por dentro con la muleta retrasada si racionalizamos la acción. Con la querencia hacia tablas, al toro de Montealto le provocó la inesperada arrancada. Lo volteó y lo hirió en el aire y no en el suelo como pareció: "25 centímetros que alcanzan el fémur y el ciático", según el parte del doctor Máximo García Padrós. Así Chechu reincorporado se desvaneció. Liquidó el astifino toro y puso fin al papelón del toricantano El Capea.
La cosa quedó en un mano a mano con Alberto Aguilar, que entró en el cartel como la alegría de la huerta en sustitución de Cruz. Ni el viento ni la condición reservona del toro al que le ofreció un trato superiorpor la mano izquierda. Aguilar, sentido de la colocación y temple. Y el ánimo intacto de quien lo ve clarísimo para aguantar aquellos recaditos por el derecho. Alberto atacó tras la espada con rectitud y se cobró la oreja. Quedaban tres cartuchos.
Qué violentos testarazos soltaba el castaño cuarto. Mal estilo y peor fondo. A Alberto Aguilar le afeitó literalmente la mejilla. Una prenda que se lo puso difícil para descabellar después de pasar el fielato de la espada con las puntas en el pecho.
El pequeño león de Madrid se lanzó a por todas con el último, un toro castaño, chorreado en verdugo, de muchas carnes pero con una guapa y concentrada cara. Una larga cambiada de rodillas y los más bellos lances a la verónica de dos horas. Distancia y sitio sobre la mano derecha.Encajado y acinturado con las más boyantes embestidas de la corrida de Montealto. Aire para administrar el toro, al que se le presentía el final de la bodega. Aguilar se sintió muy torero y le infundió más vida son sumo gusto. En lo fundamental y en las improvisaciones para resolver con majeza, que diría un revistero antiguo. Los presagios de Alberto tomaron tintes de realidad cuando el toro se rajó. Un único pinchazo lo contabilizó él presidente Julio Martínez con más peso que toda la mayoría de pañuelos, la faena que dibujó AA y la tarde que interpretó de pitón a rabo. ¡Ay, don Martínez, que no distingue una vaca de un eral! ¿O era Trinidad? La Puerta Grande se la cerró con su estúpida concepción de la Autoridad.
Capea regresaba tras dos años a Las Ventas y se fue tal cual vino.Siendo el mismo que entonces.

Ficha:

Monumental de las Ventas. Domingo, 26 de mayo de 2013. Decimoséptima de feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Montealto, muy desiguales; cuajado, bajo y armado el desfondado 1º; manso pero agradecido por el descarado izquierdo el 2º; hondo y con la cara lavada el mulo 3º que nunca humilló; alto y violento de testarazos el 4º; bueno pero sin duración el 5º; destacó el voluminoso 6º también sin final.
El Capea, de nazareno y oro. Estocada en el que mató por Chechu (silencio). En el tercero, tres pinchazos y estocada (silencio). En el quinto, tres pinchazos y estocada (silencio).
Alberto Aguilar, de azul pavo y oro. Estocada (oreja). En el cuarto, estocada contraria y varios descabellos (silencio). En el sexto,
Chechu, de amarillo y azabache. Cayó herido.

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