miércoles, 29 de mayo de 2013

El poder de Pablo Hermoso a caballo

Día 26/05/2013 - 01.51h

Corta una oreja en la despedida y llegada de los Moura

Se va un padre y llega un hijo. Joao Moura brindó su faena final a la afición que lo aupó nueve veces por la Puerta Grande. No pudo tocar la décima el portugués, que buscó las vueltas a un flojísimo «Ronaldo» y apuntó detalles de su veterana maestría con un «Clavel» en línea muy murube y algo áspero. Siguió fiel al quinto mandamiento, matando a la última. Gesto de rabia y dolor por un adiós agridulce, lágrimas de un caballero que ha dado muchas tardes de grandeza al arte de Marialva. Un puñadito de arena, mirada al cielo y la ovación del público en una emotiva despedida.
Antes, el maestro había concedido la alternativa a su pupilo, Miguel Moura, que sigue la senda del padre con sólo 16 años. Afloraron los nervios con el toro de la ceremonia, que barbeaba las tablas, tónica de una aplaudida corrida de Los Espartales. Demasiados fallos y tal vez confirmación precipitada. Subió la temperatura con «Descarado», un caballo en el aire del «Morante» de Ventura y sus bocados, pero ahí quedo todo. Persiguió con ilusión un mejor resultado en el sexto y bailó en torno a «Bolero» con su cuadra. Con «Fandango» y «33» halló los mayores plácemes. Anduvo más acertado el chaval luso y la plaza reaccionó con mayor ímpetu esta vez. Dio una esperanzadora vuelta al ruedo tras petición de trofeo. La saga Moura continúa...
La tarde llevó el nombre de Pablo Hermoso de Mendoza, que templó a las mil maravillas con «Disparate». Citó en la distancia y quebró en la mismísima boca de riego. ¡Qué barbaridad! Otra banderilla más, frente a frente, con la locura desencadenada en los tendidos.Valor de Espartero lució «Ícaro», que desafió al buen tercero con chulería. Se agigantó en el colofón con «Pirata», las cortas y una conferencia telefónica. El fallo con el rejón de muerte abortó un triunfo seguro.
Un feo estilo en los inicios desarrolló «Refranero», un toro con menor transmisión en el que el rejoneador navarro puso toda la carne en el asador. «Manolete» buscó la fiesta en banderillas, aunque hubo alguna pasada en falso. Llegaron las piruetas para calentar el ambiente. Y se marchó a por «Van Gogh» para pintar girasoles sobre el lomo del espartal, aunque no fue rival apto para derrochar arte. Toda su casta y su ambición a cuestas sobre «Pirata», para amarrar las riendas y colocar las cortas a dos manos entre la algarabía del público, puesto en pie. Un rejón defectuoso, aunque fulminante, desató la pañolada. Oreja con fuerte petición de la segunda, pero el presidente se mantuvo en su sitio: la faena grande fue la del tercero. El poder de Pablo, siempre a caballo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario