lunes, 5 de agosto de 2013

Manzanares triunfa en el mano a mano con Morante en El Puerto

Día 04/08/2013 - 23.37h

El alicantino ofrece una gigante dimensión y el sevillano hace una faena de privilegiado con un lote imposible

José María Manzanares ofreció una gran tarde de toros en El Puerto de Santa María, dando una importante dimensión de toreo caro, de figura del toreo. Bien es verdad que tuvo el mejor lote del encierro de Juan Pedro Domecq, pero también lo es que el de Alicante estuvo queriendo toda la tarde. Mala suerte en sus enemigos para Morante de la Puebla que, sin embargo, ofreció un recital de clarividencia y valor ante el quinto, y dejó un quite de tres verónicas y una media en el segundo de Manzanares para revivirlo cada vez que se pueda.
El primero de Manzanares, segundo de la tarde, un toro muy chico y protestado pero que tuvo motor en el tercio final. Lo entendió a la perfección el de Alicante, que le dio sitio y reposo entre serie y serie. Faena medida principalmente sobre el pitón derecho en la que Manzanares se traía toreado a su enemigo con empaque. Dejó una estocada entera y cortó la primera oreja.
Manzanares triunfa en el mano a mano con Morante en El Puerto
ABC
Morante, con el jabonero
Las verónicas de recibo a su segundo fueron un compendio de lo que debe ser el toreo con el capote: cargando la suerte, a pies juntos e incluso con delantales. Llevó al animal al caballo galleando y tras el puyazo vino la obra maestra de Morante: quite de tres verónicas imposibles por lentas. Meció el capote como si le fuese la vida en ello y vació la embestida con tersura para volver a ofrecerle las bambas de su capote y recogerlo todo en una media que fue dibujándose sobre el albero. La plaza en pie. Réplica de Manzanares por tafalleras. Rivalidad. Menos mal.

Brindis a Pepín Liria

Llegó el toro a la muleta con recorrido y fijeza. Brindó a Pepín Liria, que saltó al ruedo como si de un atleta se tratase. Eso hay que cuidarlo. En lo estrictamente taurino, Manzanares comprendió que el de Juan Pedro era toro de triunfo. Y así fue. Astado fijo y repitiendo para que el alicantino bordase el toreo en redondo sobre la derecha. Los ayudados por alto iniciales y el remate por bajo para retenerlos en la mente durante mucho tiempo. Adelantaba la muleta y se lo traía toreadohasta detrás de la cadera. Otra serie más, cumbre, para intentarlo sobre la zurda y ver que el juampedro miraba y no pasaba. Broche con otra a diestras y estocada atracándose de toro y saliendo volteado. Solo una oreja…
La cuadrilla del Manzana volvió a dar un recital. Un toro muy exigente. Poco le importó eso al diestro, metido de lleno en la faena, sabiendo manejar los tiempos, las pausas y la forma de torear. Faena para paladear por cómo la concibió. Pinchó. Pero ahí quedó lo realizado.
Morante, tras sus dos triunfales tardes en Huelva y Pontevedra, se estrelló ayer en El Puerto con un lote imposible. Su primero le duró un suspiro: un mulo sin pasar ni una vez. No se complicó la existencia. Vio cómo le devolvían su segundo, un toro que salió descoordinado. El sobrero de Parladé tuvo muy mal estilo, recortando siempre y sin entregarse. El ribereño se dobló de manera muy torera con su oponente y dejó algún natural estimable. Pero no podía haber continuidad.

Lección de lidia

Dio una lección de lidia y cómo poder ahormar a un toro ante el quinto. Nadie daba un céntimo por el precioso jabonero sucio, que no quería saber nada por el derecho. Morante, paciente, se echó la muleta a la izquierda y le consintió, le insistió y le sacó un ramillete de naturales portentosos. Qué manera de entender a su enemigo, de sobarlo, de pulir las embestidas y de vaciarlas. Estuvo, de verdad, en maestro. Y luego incluso gustándose en el epílogo. Faena de una clarividencia extraordinaria por lo que tenía delante. La plaza se le entregó. Sonó el aviso mientras toreaba. Así estaba de inmerso en el trasteo Morante. Se le pidió la oreja pero no con la suficiente fuerza. Me quedo con la forma de estar del sevillano.

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