viernes, 17 de agosto de 2012


San Sebastián: ¿adiós a los toros?

Padilla y Talavante cortan una oreja en la última corrida de la Semana Grande

Día 17/08/2012 - 22.55h
Por primera vez, este año, llegar a Illumbe es un verdadero problema: ¡bendito atasco! En algunas zonas, hay público hasta en la última fila – muy alta – de este coso. La ovación inicial hace saludar a los seis diestros, con el público en pie...
¿Adiós o hasta el año próximo? Es la gran duda, el nubarrón negro que planea sobre Illumbe, esta tarde, en la última corrida de esta Semana Grande.
La singularidad del cartel (seis diestros) es un atractivo pero también alerta sobre la situación excepcional que se está viviendo.
Juan José Padilla arranca los primeros olés al lancear con reposo al castaño primero, encastado. Banderillea con conocimiento y facultades. Brinda a los Chopera, empresarios de la Plaza. Embarca perfectamente al bravo toro, en series de muletazos largos, ligados. El Padilla poderoso, en su vertiente más clásica, entusiasma al público. Mata atracándose de toro: oreja. En el saludo final, indica, haciendo gestos con la mano, que él volverá a torear en este ruedo: eso esperamos todos...
Morante encandila en seguida con verónicas arrebatadas y al colocar a la res en el caballo, con una media. El toro, el de más peso, embiste con genio. Se lo saca al centro con preciosos doblones, aguanta tarascadas, se pelea con él (¡créanme!). Cuando comprueba que el toro no mejora, aliña: lo que hay que hacer, aunque el público se enfade. Mata muy mal.
Veroniquea El Juli al tercero, abriendo el compás . Brinda al público. Julián vacía por completo la embestida del bravo toro en muletazos mandones. Los naturales de mano baja son de categoría: ligazón, poder y temple. Final ojedista, metido entre los pitones, que entusiasma. Pero falla con los aceros: clamorosa vuelta al ruedo.
Sustituye a Manzanares Antonio Barrera. Mansea el cuarto, embiste rebrincado. Cuando está brindando al público, el toro se le viene encima, en un arreón, y ha de librarse , improvisando un pase cambiado. En la primera serie, el toro se lesiona en la mano y ha de cortar la faena: mala suerte. Mata a la segunda.
Castella hace el poste en el quinto, engatillado de pitones, tobillero. Corre bien la mano, aunque el toro se queda corto. Metido en su terreno, liga series con valor sereno, aguantando coladas. Estocada corta.
Lancea con gusto Talavante al último, flojo pero bondadoso. Mientras brinda al público, suenan - ¡por fin! - gritos: “¡Toros, sí!” (Algo que emociona pero también apena: ya lo vivimos en Barcelona). Despliega Alejandro su inventiva : muletazos cambiados, naturales y arrucinas. Media estocada arriba: oreja. ¿Será la última que aquí se corta?... Al concluir la vuelta, toma un puñado de arena, la besa y aplaude al público.
Saltan al ruedo un grupo de areneros, con una pancarta: «San Sebastián con la Fiesta: toros, sí». Se unen a las cuadrillas, en una despedida inevitablemente melancólica.

FICHA

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