miércoles, 1 de agosto de 2012


Antonio Ferrera falló con el acero

El extremeño se vino de vacío de Azpeitia, donde sus compañeros de cartel salieron por la puerta grande 

01.08.12 - 00:04 - 
Antonio Ferrera falló con el acero
Tarde la de ayer en Azpeitia, para escribir con letras de oro en los anales de la Feria ignaciana. Si, hasta la fecha, Azpeitia tenía un torero: Alberto Aguilar, héroe de la temporada 2010, desde ayer ya tiene dos al sumarse el murciano Paco Ureña a la lista de consagrados en 'la bombonera'. Ambos salieron por la Puerta Grande tras cortar sendos lotes de dos orejas ante unos toros espléndidos que volvieron a demostrar por qué repiten y vuelven a repetir en el coso azpeitiarra. Magníficos de presentación, nobles, sin hacer ningún extraño aunque de cuando en vez dejaran asomar ese punto de picante que obliga a estar pendiente en todo momento de lo que se hace ante los toros de Porto Alto. Tres ovaciones en el arrastre y una vuelta al ruedo (el honor le cupo al toro 'Asustado' (157) y primero del lote de Paco Ureña, son datos precisos y preciosos para confiar en los toros portugueses que ya son como de la casa y que seguirán estando presentes en Azpeitia mientras funcionen como ayer lo hicieron. Y, puestos a hilar fino, también los dos restantes (primero y sexto) fueron también toros notables. Al primero le hizo Ferrera una faena con la mano izquierda de muchísima clase sin que en ningún momento claudicara el toro y al sexto (segundo de Paco Ureña) se le podía haber sacado un mayor partido si la lidia hubiera sido diferente. Pero, en fin, cuatro de seis, uno de ellos con matrícula 'cum laude', no es algo que se ve todos los días. Y ayer tuvimos la oportunidad de oro de poder disfrutarlo en la plaza de Azpeitia.
En cuanto a los toreros sucedió, curiosamente, que los dos peces chicos se comieron al grande. Es algo que, desde luego, no sucede frecuentemente. Alberto Aguilar y Paco Ureña, Paco Ureña y Alberto Aguilar, porque tanto encandiló uno como otro, se metieron al público en el bolsillo a base de entrega, pundonor, valor, ligazón y arte. Los dos supieron y pudieron manejar la franela con encanto por ambos pitones. No faltaron los adornos, los circulares invertidos, el irse con majeza de la cara del toro y, en definitiva, se hartaron de dar lecciones de entrega y de evidenciar, en ambos casos, que no habían venido a pasar la tarde en la villa del Urola. Y de todo ello se dio perfecta cuenta el entendido público de Azpeitia que jaleó con fervor sus actuaciones y pidió clamorosamente los trofeos que se ganaron con ley de la buena en ambos casos.
Cierto es que todo ello lo pudieron hacer porque tuvieron delante unos toros excelentes, serios, nobles, con viaje, repetidores y 'picantes' a veces. Es decir: todo lo que un aficionado le pide a un toro de lidia.
En el caso de Ferrera no es que pueda decirse que viniera a pasar la tarde. No. Cumplió con su conocida profesionalidad y buen oficio, en ocasiones con fuste, y dio en todo su lote una lección de mano izquierda además de cumplir con oficio evidente en el tercio de banderillas.
Pero le faltó ése pellizco, esa vibración caliente que surgió a borbotones de las actuaciones de los otros dos compañeros de terna. Y además Ferrera no estuvo ni mucho menos afortunado con los aceros llevándose en el esportón sendos y justos silencios ya que otra cosa hubiera sido impensable.

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